miércoles, 22 de febrero de 2017

La individualidad, fruto del Todo

           
 Nuestro mundo está sembrado de almas que nos indican el camino a seguir para el mayor bien de todos los que lo habitamos.
Son seres de pequeña estatura pero de una gran pureza, amor y consciencia dispuesta a ser expresada para todos aquellos que estén preparados y abiertos de corazón. Son un ejemplo para los de “mayor estatura”, debido que en su momento, los “más altos”, se alejaron de la Fuente de su esencia. Hoy quiero deciros unas palabras sobre los niños y su presencia en nuestras vidas.
Cada vez hay más niños que necesitan ayuda psicológica debido a su desmotivación, inquietud y falta de concentración en todo aquello que está establecido y se quiere inculcar como conocimiento para su mañana. ¿Conocimiento? ¿Mañana?
Los adultos, y la escuela, están vertiendo una energía en estas almas puras para que integren un alineamiento con la sociedad y todos los demás según lo ya establecido. Ellos, los niños, sienten en su interior que todo aquello que reciben, o en gran parte, no se corresponde con lo que sienten. Cierto es que necesitan un saber convivir y vivir dentro de una energía que no se corresponde a la suya. Esta obsesión social para hacer que estas almas dejen de ser ellas para formar parte de su entorno, hace, y cada vez más a medida que van pasando los años, que estos nuevos seres, que hace poco vinieron del Hogar de donde todos procedemos, se rebelen muchas veces, sin querer ofender, pero reaccionan a lo que no es natural según la esencia que cada uno es.
Su actitud empieza a cambiar. Quieren a sus padres y quieren obedecerlos, pero cada vez se atreven más a ser ellos mismos. Son puros, de un gran sentido común. Si algo no les gusta, lo dejan, e incluso expresan su desacuerdo. Si algo no tiene que ver con lo que sienten, dejan de poner atención y dejar que los otros sigan su proceso, pero ellos están con su honestidad manifestada y queriendo en su vida lo mejor para activar todo lo que sienten y poder manifestarse tal como son.
A pesar de todos los avances producidos a nivel espiritual, en las almas que habitan este amado planeta, la energía no siempre se corresponde con lo que estos seres de pequeña estatura pero de un gran corazón, amor y consciencia, sienten y vibran. Esto hace que su actitud ante la vida muestre una serie de síntomas que pueden llegar a necesitar una ayuda psicológica o terapéutica, debido a su entorno, que, quizás, no sea el más propicio para estar en paz y armonía. Con esto quiero decir que en el seno de una familia puede haber una gran desarmonía o impotencia por parte de los padres, o de uno de los dos, que no sepan cómo solucionar el estado y la situación de su hijo o hija.
En un ambiente muy terrenal, donde las posesiones y la sobrevaloración de la materia como aspecto primordial en la vida, hace que los valores interiores de cada uno se deleguen a un segundo término. Esto hace que los padres transmitan a sus hijos una actitud, unas palabras y una “no dedicación adecuada” a sus hijos. Los pueden amar, pero a veces se sienten impotentes para hacer que pueda ser un hijo o hija “normal”.
Toda anomalía individual es fruto del Todo. Con este Todo me refiero al entorno del niño. Éste reacciona según ve, siente y observa.
Cuando en su casa no recibe la energía de paz, tranquilidad, comprensión, sentirse amado y atendido, entonces puede reaccionar de la manera que lo hacen para reclamar la atención, la comprensión o el amor que puede llegar a necesitar. No hay nada porque sí. No hay niños malos. Todo tiene que ver con su entorno, con lo que él recibe y percibe en él.
Actualmente hay más psicólogos que tratan la sintomatología que los niños muestran, tanto en la escuela como en sus casas. Niños hiperactivos, con una gran falta de atención y concentración. Parece que estas almas sean problemáticas a los ojos de los padres, los maestros y la sociedad. ¿Realmente es así? ¿Seguro?
No hay ningún síntoma que alguien pueda llegar a mostrar que no tenga que ver con la relación de su entorno o parte de él.
El síntoma individual tiene que ver con la sintomatología del Todo. No podemos aislar lo que uno vive y muestra como algo ajeno a todos. Todos estamos relacionados y unidos para un mismo fin: llegar a nosotros mismos y recordar aquel quienes somos. ¿Cómo podemos recordar si nuestro entorno está a años luz de lo que sentimos interiormente? Un adulto consciente puede hacer frente a esta situación, pero un niño, lo único que puede hacer es actuar con naturalidad según siente y desinteresarse de todo aquello que no se corresponde con lo que él siente en su interior. Este es un paso que lleva a un distanciamiento entre la manera de actuar de los adultos de su entorno con él o ella. Se encierra en sí, mirando de hacer lo que él siente.
Lo etiquetado como problemático o no sociable en un niño, solo es el reflejo de lo que se vive en su entorno. Su familia es pieza fundamental en el bienestar de estas almas puras. La mayoría no sabe reaccionar con agresividad, solo si se le van cortando sus alas una y otra vez, al final, como último recurso acudirá a una actitud de llamar la atención.
No hay niños problemáticos, sino un entorno enfermo, una sociedad enferma y no consciente que todavía intenta imponer unas pautas obsoletas según los tiempos que vivimos, según la energía que habita actualmente en nuestro planeta y en muchas almas ya despiertas a lo largo de los cinco continentes.
¿Hay que tratar a los niños como inadaptados o problemáticos? Bueno, la respuesta vendría a ser la siguiente pregunta: ¿La sociedad y el entorno de esta alma pura y amorosa está equilibrada, transmitiendo los valores de Unicidad, Comprensión, Respeto y Amor? ¿Están recibiendo una energía equilibrada por parte de quienes les rodean? La verdadera “educación y despertar de la consciencia” la necesitan los adultos.
Tengamos presente estas palabras, y entonces nos podremos dar cuenta que lo que le ocurre a un ser es fruto de Todos, del Todo. Cuando el Todo está inestable, desarmonizado, transmite a sus miembros un camino inestable e incomprensible para sus almas. La reacción de cada uno de ellos puede ser, entonces, “anormal”, debido que lo que ha recibido y le han querido establecer como pautas mentales, es ya obsoleto e ineficaz en los tiempos que vivimos. Es anteponer la materia, antes que el amor.
Síntomas como la falta de atención y la hiperactividad, que se les etiqueta a los niños de la nueva era (índigo y cristal), solo son la manera que estos niños nos están transmitiendo que lo que están recibiendo no se corresponde con lo que ellos viven y sienten para su mayor bien y el de todos.
Es normal que desconecten de lo que se transmite en la escuela, porque la docencia está desfasada en relación a cómo son los niños ahora. Se continúa transmitiendo unos conocimientos que hacen formar a los niños a medias. Todo es mental, cuando los niños de ahora viven exclusivamente desde el corazón. La escuela está desfasada con los niños que ahora tenemos y van llegando a nuestro entorno. Es normal que no le pongan atención. Yo tampoco atendería, al ver que no se corresponde con lo que yo siento, no ayudándome en nada a llegar a ser yo, a conocerme y poder conectar con todas las herramientas que cada uno lleva en su interior para poder establecer la calma, el bienestar y poder llegar a sentir aquel quien en verdad somos. El interior de los niños se ignora para establecer las maneras convencionales de comportarse, estar en un lugar, qué decir o mejor callar. No es esta la “educación” para los tiempos que vivimos.
Cada vez más, se requiere ir a nuestro interior, y no estar tan pendientes de nuestro exterior, y nuestros niños, así nos lo transmiten con estas actitudes.
Es normal la hiperactividad. Ellos necesitan de la libertad y el movimiento. Es a través del contacto directo con la naturaleza y un medio de expansión, donde podemos llegar más a ellos y hacer que se interesen por lo que les rodea y entiendan el por qué.
El fracaso escolar continua siendo alto. Cuando no hay motivación e interés, se debería de plantear si lo que se les está transmitiendo es lo adecuado o no. Pero ya sabéis que todavía no está siendo así, queriendo imponer a los niños, como futuro de la humanidad, una continuidad de lo caducado, el dolor, el victimismo y el sentirse impotente para solucionar o sanar cualquier situación.
La escuela debería de cambiar, y no la forma, sino el contenido de lo que debe transmitirse.
No hay niños problemáticos, solo una familia, un entorno, una sociedad alejada del Amor y la Consciencia.
Soy parte de estos niños etiquetados como antisociales o problemáticos. De pequeño consentí que mis alas se recogieran, dejando de volar como sentía. Conseguí llegar, con los años, a abrir mi corazón y sentir el amor. Delegué mi mente a mi Voluntad, siendo mi Corazón la nueva guía en mi proceso. Así llegué hasta mi presente. Mis alas, ahora, ya están abiertas, extendiéndose cada vez más, deleitándome con la sensación de planear y elevarme, sintiendo la plenitud en mí.
Los niños reclaman lo que les pertenece, y todavía hoy, en la mayoría de las veces, los adultos desoyen la voz consciencial de estas almas despiertas y conscientes encarnadas en, de momento, un cuerpo de pequeña estatura.
Escuchad a vuestros niños porque elevarán vuestra alma. Son una bendición para nuestra alma y nuestro proceso.
Observad cómo actúan y su reacción ante la vida, porque aprenderéis en el silencio.
Abrazadles y haced que tenga contactos con vuestras manos. Abrazadlos,  besadles y acariciadles, porque activarán la seguridad en ellos y la confianza al ver la naturalidad de vuestra expresión hacia ellos y la calidez de vuestra presencia con ellos. Dadles apoyo. Cada vez que acariciamos o abrazamos a un niño, abrimos las puertas para que esta alma sienta que está siendo amada y le da confianza para abrirse y sentir la familia dentro de él. Es como los cachorros de animales, donde el fregarse los cuerpos y tener contacto entre ellos, les reafirma como raza, dándoles seguridad y protección.
Escuchad sus palabras, porque van más allá de lo cotidiano.
Respetadles y tenedlos presente en las decisiones a tomar.
Procurad sentir su interior y os daréis cuenta del Cielo aquí en la Tierra.

Dejad que el niño que hay en vosotros se manifieste libremente.
Escuchad vuestro corazón que él os dirá en todo momento el camino a seguir.

Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.






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