jueves, 4 de agosto de 2016

Don Quijote

Hoy quiero presentaros un escrito que escribí hace años pero que todavía no ha sido publicado. Debido a los tiempos que vivimos, de alguna manera estamos dejando la actitud de Quijote para dar paso a una vida basada desde el corazón, no desde una mente alterada debido a nuestro pasado. Aquí os dejo con el fin de este personaje en cada uno:

Don Quijote de la Mancha vivía en una ilusión constante, aceptando un mundo donde él era el héroe y único ser que veía claro lo qué hacer a cada instante según su entorno lleno de peligros ficticios creados por su mente.
Don Quijote todavía cabalga entre las avenidas de las grandes capitales y pequeños pueblos de la geografía planetaria. Se adentra en los grandes almacenes, en las plazas, los cines, teatros y salas de baile, y allí por donde va encuentra peligros que necesitan su presencia. Él es el valiente luchador que sabe qué hacer ante estos casos: luchar y vencer. Él, con sus ideas medievales de la fuerza, la excusa y el “¡porque sí!”, disfruta de la tensión de estar alerta y defenderse de su entorno. 
Don Quijote vive en su quimera particular, distante de la mayoría. Se siente fuerte y se aferra al que cree que es la vida. Allí por donde va muestra su cómica valentía y sus argumentaciones no se sostienen por ningún lado, si es que podemos emplear esta expresión, porque en el fondo, su afán de honor, ambición y vanidad ofuscan su visión produciendo unan notable presencia de su ego y una ignorancia de su verdadera naturaleza.
Vaya por donde vaya veo a ilusorios Quijotes conduciendo, andando, haciendo deporte; como a familiares míos, conocidos y vecinos. Todos nacemos serenos y con una visión clara de quien somos, pero a medida que nos dejamos “educar y civilizar” perdemos la noción de nuestra esencia hasta convertirnos en más o menos grado en un Quijote contemporáneo.
            Recordando podemos hacer frente a esta falsa vida y a nuestra tensa y miedosa actitud ante la vida. Mientras nos creamos los salvadores y los únicos que podemos cambiar las vidas de los demás viviremos en la quimera del dolor y el sufrimiento.
Relajémonos y dejemos que lo que deba de ser, sea, y no queramos luchar constantemente contra aquello que no merece una batalla, sino un reconocimiento por nuestra parte por su presencia aleccionadora, pudiéndonos dar la clave del autoconocimiento, el bienestar y la calma interior. Estamos tan acostumbrados a luchar y a protegernos que pasamos por alto los regalos que la vida nos da por estar atentos, constantemente, que no nos dañen debido a que nuestro entorno es un contrincante en potencia y no hemos de abrirnos a él. Somos posesivos y territoriales. Antes estas circunstancias reforzamos nuestra incapacidad de ser nosotros y de dar pie a que la desconfianza, el odio y la culpa aparezcan para poder justificar una actitud ante la vida y dejar que la rueda de las limitaciones y el miedo continúen rodando, hundiéndonos en el precipicio de la oscuridad y enraizarnos al mundo medieval, lejos de toda realidad actual y de nuestra esencia.
Dejemos de ser Don Quijote, esta caricatura literaria, y pasemos página a la historia explicada hasta ahora, disponiéndonos a vivir la verdadera comprensión de nuestra existencia. No tengamos miedo de experimentar por nosotros mismos los retos que al vida nos ofrece y rompamos el cerrojo que ata las cadenas que opresionan nuestro corazón. Saquémonos la armadura de viejos tiempos y mostrémonos tal como somos, con todo nuestro potencial. Dejemos de luchar y hagamos Presencia, con todo nuestro resplandor, liberando toda duda que pueda haber en nosotros, fruto de un pasado de espaldas a la realidad.
            Saquémonos el disfraz de nuestro pasado y vistámonos según los tiempos actuales, llenos de luz, gozo y felicidad. Enterremos al Quijote que llevamos dentro y dejemos que nuestra alma se deleite del aprendizaje del presente, único momento existente y llave de nuestra calidad de vida.
Don   Quijote, fuiste leyenda de libro y así debes de quedarte, no materializándote en el mundo del ser humano para que nuestra existencia provenga del corazón, del Amor, no de la mente.
Dejemos el Quijote en el cual todavía queréis creer y mostraros y adentraros en el camino del verdadero autoconocimiento dándoos cuenta que el tiempo de la ilusión ya ha pasado y que todo ya es presente y real cuando el corazón nos guía, llegando a un bienestar interior inimaginado hasta ahora por nosotros.
         Vale la pena perder el miedo para llegar a ser nosotros mismos y conocer nuestro ilimitado potencial y nuestras capacidades amorosas para hacer de nuestra vida el paraíso anhelado en los sueños.
Todo es ahora si vivimos en el presente, y no con los ideales de Don Quijote.
¡Tú decides!
             


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