miércoles, 14 de enero de 2015

Sin principio ni fin

No hay principio ni fin a lo largo de nuestra existencia.
No hay instantes de un ahora inicial y un final. El proceso es Uno con la evolución individual, unida al proceso de ascensión de todo el firmamento.
No ha habido ni hay un primer momento en nosotros, dirigiéndonos a un último.
Hay etapas en nuestro proceso, como el impulso que sigue el flujo de un vórtice hacia las alturas. Así nuestra alma, en esta vivencia encarnada, procede a una Voluntad Superior que la lleva a una toma de consciencia para dejar lo humano y manifestar lo divino de cada ser que habita.
Etapas dentro de una vorágine de vivencias y sentimientos que permiten elevar a cada alma en la materia.
No hay un principio ni un fin, sino la voluntad individual para engrandecer nuestra esencia celestial.
No hay un principio y un final, donde el pasado deja de ser en nosotros y lo nuevo se aloja en cada partícula de nuestra materia.
El final es el principio y el principio el final. Todo se une y se complementa. No hay un antes y un después, sino la consecuencia de nuestro libre albedrío en nuestro presente, porque solo el presente existe en nuestro proceso.
Nuestro sentido existencial tiene que ver con el paso de la mente al corazón. Un transcurso espiritual donde lo racional y mental va dejando paso a lo intuitivo y emocional. No nos despojamos definitivamente de uno para dar paso al otro, porque los dos son parte de la misma Voluntad en cada ser encarnado. Es el valor y la prioridad lo que hace que nuestra evolución proceda según la Intencionalidad Divina.
Los círculos de la ascensión, como en un vórtice, se elevan y elevan para permitir que la consciencia innata en cada ser puede relevar la mente para dar prioridad a nuestro corazón.
El impulso de nuestra esencia nos empuja a una entrega absoluta, incondicional, de nuestros pasos a la Voluntad Mayor de la cual todos procedemos. Uno con el Universo. Uno con el firmamento entero, donde el Amor ensalza el camino a seguir para todos los seres que lo habitamos. Diferentes seres, especies de vida y dimensiones varias coordinamos nuestras presencias para ensalzar la Gloria del ser que cada uno es. Divinidad individual da la mano de la Divinidad Superior que rige todo espacio que nuestros ojos pueden divisar alzando la vista. Energía de alta vibración en cada uno, activa cada una de las diferentes capas de nuestro ADN como seres en la forma. Esta activación nos permite elevar nuestro ser, nuestra alma más allá de toda densidad que pueda haber, no tan solo en nosotros, sino en todo nuestro planeta.
Transmutación de lo mental en intuitivo, del anclaje de la mente como guía en nuestra existencia actual a la dirección emanada de nuestro corazón. El proceso seguido por los habitantes de este planeta nos lleva del control a la entrega total de la fluidez en esta vida; del miedo a la plena confianza; de las dudas a la Fe en quien somos.
No hay un principio y un final. Todo paso dado nos lleva a un sentir más consciente de nuestro ser y a una consciencia de la realidad existencial. Ver la Luz de nuestro camino y del sentido que cada uno tiene en este sendero encarnado, nos lleva a darnos cuenta que cada paso dado va dado de la mano, donde no podemos diferenciar el principio del final.
Períodos más conscientes que otros son aprovechados por nuestro ser para subir nuevos peldaños en todo el proceso de Ascensión Universal. Nos encontramos dando un nuevo paso, pero no para finalizar o empezar algo nuevo, como tal. Todo es evolutivo. Todo es elevación. Nada acaba porque es la consecuencia de lo realizado. Nada empieza, porque es una consecuencia de nuestro presente actual.
Solo presente, sin nociones temporales de espacio/tiempo, por lo tanto, nada fue ni será. No es principio ni fin nuestro ahora de Ascensión. Consciencia más clara, más vibración en nuestra energía. Somos por lo vivido y decidido. Somos según hemos decidido y actuado al respecto. Somos. Somos. Somos. Presente eterno guiado por nuestro corazón, nuestra esencia espiritual, guiados por la presencia de nuestra alma según nuestra vibración en cada momento.
Seguimos un proceso no terrenal, aunque nuestros sentidos puedan percibir la materia en nosotros y nuestro entorno.
Todo transcurre por los cauces de nuestra verdadera naturaleza. Identificarnos con la forma, nos lleva a distorsionar la realidad de nuestra presencia y nuestro ser. Hay un solo sentido para nuestra estancia en este apartado planeta en medio de un universo: llegar a la manifestación de la divinidad desde la más absoluta dualidad, con la llave maestra en cada uno: el libre albedrío.
No hay principio ni fin. Existen etapas, pero son partes intermedias de nuestra existencia. Estamos dejando una de estas etapas para dar paso a una de mayor Luz y creación de Armonía. No es el inicio ni el final de nada, solo una secuencia dentro de todo proceso celestial.
Inmortalidad. Eternidad en cada ser. Peldaños subidos a base de una consciencia cada vez más despierta debido a la predisposición y actitud de responsabilidad de cada uno en este Plan Universal donde todos aportamos nuestra presencia con nuestras características únicas para materializar aquello por lo cual accedimos a nacer por primera vez.
Nos encontramos en un círculo ascendente donde ya no hay marcha atrás debido a la predisposición, cada vez, de más seres despiertos. Todos elevamos nuestra tierra y nuestros hermanos de la humanidad.
Nuestro camino se ha obtenido por diferentes “finales parciales”, para dar lugar a “nuevos inicios” incluidos en un proceso de constante Ascensión. Nada está quieto. Todo se mueve, acelerándose cada vez más porque la manifestación de la Gloria Celestial sea mostrada con todo su resplandor. Ensalzamos a la Divinidad que somos, y cada vez más.
No es el inicio de nada porque nuestra alma siempre ha acompañado a esta energía creadora amorosa, de la cual procede nuestra esencia, pero no porque un día no existiésemos, sino porque somos parte de ella, como una fruta a su árbol respectivo. Somos fruto, y como fruto somos parte de un proceso, donde nuestra presencia “madura”, y en su momento, se independiza sirviendo a una tierra para su adobo. Ahora, muchos de vosotros estáis adobando este planeta con vuestra entrega a la consciencia. El Amor nos guía, siendo conscientes que nos encontramos en una etapa importante de nuestro proceso como Tierra y Humanidad.
Cuando esta causa finalice, continuaremos con nuestro servicio en otras lindes, donde no será el principio ni el final, sino una continuación. Todo se mueve y continúa. Todo sigue sin detenerse. 
Vivimos en el presente, y es en cada instante de nuestro presente que, con nuestras energías, podemos abrir nuevas puertas. Las cruzaremos y sentiremos el gozo de haberlo hecho, pero no será el principio de nada, solo la continuación de lo acordado, estando en el Hogar.
La humanidad se deleita con las metáforas y las etiquetas. Para ella será el fin de una era y el principio de otra. ¿Satisfechos? ¿Ahora se entiende mejor? Bueno, pues que así sea, pero todo es continuación. Todo momento puede ser principio y final, porque principio y final son partes de un proceso que dan paso a otro proceso. Lo importante es ir avanzando, sintiendo el gozo y la gloria de tu ser, escuchando la voz de tu corazón para saber del siguiente paso a dar y el cómo realizarlo.
Cuando sientes, dejas toda temporalidad, porque sencillamente estás, y sientes como perteneces a un Todo Universal y más allá. No te cuestionas, solo vas haciendo y escuchando tu parte intuitiva. Continúas y continúas llegando cada vez a más almas en busca de su naturaleza espiritual, su Verdad.
Estamos siendo llevados por el flujo de la Gran Ascensión Cósmica, donde no hay cabidas para el pasado ni el futuro. Todo está en movimiento y todo pertenece a un ilimitado proceso de elevación consciente de nuestra alma al servicio de un Gran Plan Superior donde cada uno de nosotros somos pieza básica.
Tú eres fruto del Universo para alimentar a los seres que te rodean. Así cada uno de nosotros. Juntos elevamos la temporalidad para dar paso, exclusivamente, al PRESENTE y al AMOR manifestado.

Somos parte de un proceso lleno de AMOR, ARMONÍA y ORDEN.
Todo va bien.
No hay principio ni final, porque tú eres eterno.


Que el Amor y la Paz sean en cada uno de vosotros. 

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