miércoles, 8 de octubre de 2014

24 horas

El maestro va forjándose, superando todas las pruebas que el universo pone a su paso. Él confía, mantiene la serenidad, siente la paz, el amor y el Hogar en él. Hace plegaria, decreta y es consciente de sus visiones, sueños y la belleza que le rodea. Vive el mejor decorado que pueda llegar a tener. Sabe que se encuentra en el lugar adecuado para su alma y su proceso.
El maestro sabe de sus momentos presentes y el camino a recorrer. Vive abierto de corazón, sintiendo la naturaleza de todo lo que le rodea. Percibe, siente y se da cuenta de la realidad, más allá de lo físico.
Vive en su interior, con la puerta abierta de su ser para recibir al Hogar en todo momento. Sabe de su situación, y sus acompañantes de la Luz le van dando coraje y guían su camino. Lo nutren y le abastecen del amor que es e irradia.
Viviendo en una realidad que no es la suya, el maestro tiene que hacer frente, en momentos de su proceso a saber estar con él mismo, sin más; y esto representa “sin nada más que él mismo”.  Sabe del camino a seguir, de los momentos que llegará a vivir, todo y así, no se le anunció el vivir momentos de no hacer nada. Tener la plena disponibilidad de las 24h que nuestro día tiene.
Vivir momentos que al levantarte agradeces este nuevo día, pudiendo decretar, trabajarse para sentir bienestar, y al poner los pies en el suelo abrirse a lo inesperado, sabiendo a la vez, que este día también tendrá su sentido, aunque su voluntad no sea materializada tal como querría.
El maestro se levanta ante un nuevo día y agradece poder adentrarse en él y abrirse a lo que su corazón le dicte.
A veces, pasan los días y el maestro continúa sin haber recibido nuevas propuestas según su voluntad u oportunidades según su preparación.
Aquí es donde se muestra la maestría del ser, al vivir día tras día, el vacío de actividad por lo que ha sido instruido y preparado. Tener todo el tiempo para ti. Familiarizarte con él y saber qué hacer siendo mecido por su presencia, hace que vaya a su interior y aprenda a aceptar estos instantes, este período donde lo más importante no es hacer, sino aprender a estar contigo y los que te rodean, manteniendo la fortaleza y la serenidad, sabiendo que estás viviendo momentos importantes en tu vida.
Los tiempos de liberación de toda actividad anhelada hacen que el maestro vaya a su interior y viva un mundo paralelo a su entorno. Necesita sentir la fortaleza y el coraje de su esencia, y es cuando estos períodos se convierten en importantes para su proceso. No es que no esté preparado para vivir de su abundancia, porque es consciente que vive en ella y se le va abasteciendo de todo lo que pueda ir necesitando a lo largo de su vida actual.
El maestro ve, siente, percibe, escucha y ve la luz en su camino de inactividad según su voluntad. Este período hace que se reestructure aspectos que puedan llegar a estar pendientes de finalizar, de cortar lazos con aspectos de su entorno, y crear los pilares con personas que él pueda llegar a convivir o relacionarse.
Cuando parece que seas el caminante de las 24h, resulta que eres quien va asfaltando el camino, dentro de la aparente quietud, para que los demás puedan continuar con sus procesos. Está alimentando a las almas que le rodean con sólo su presencia. Su luz, en este estado de aparente inactividad, es cuando más intensidad está reflejando e iluminando el camino a seguir para aquellos que puedan encontrarse en el desconcierto y las tinieblas de su interior.
El maestro nunca está solo y “sin hacer nada”. Su misión va más allá de un trabajo rutinario o unos ingresos constantes y periódicos. Su presencia tiene un sentido superior a lo relacionado con la materia. Su presencia está relacionada con las almas de cada uno.
El maestro siempre está de servicio y nunca descansa, porque lo que ha venido a hacer no pertenece a lo terrenal. Está para liberar las almas y la oscuridad de nuestro amado planeta y la humanidad. Su misión está conectada con la Voluntad Superior del Universo.  
Es un gran reto para el maestro estar con él mismo, día tras día, para conocerse y profundizar en su misión. En momentos como estos es donde se manifiesta la maestría de cada uno.
Él no protesta, no se queja. Acepta y vive cada presente sintiendo su esencia y el sentido de todo lo que hace. Necesita de la soledad, de instantes donde se encuentre cara a cara, y pueda llegar a decirse:
-         ¿Y ahora qué? Me entrego a tus brazos, Padre, para que se haga tu Voluntad en mí. Haz que sienta el amor en mí, y que pueda darme cuenta de lo que hacer en estos momentos que me encuentro. He llegado hasta aquí por un motivo concreto según tu Voluntad. Que así sea en mí.
 
¡Qué gran reto! ¿Pero sabéis qué? Él sabe que no está solo porque va viendo como todo lo que pueda llegar a necesitar en este período que pueda vivir, le va llegando y lo tiene a su alcance. Aunque nada le pertenece, todo lo tiene. El Universo le va abasteciendo con cada una de sus necesidades para continuar su camino hacia la plena manifestación de su divinidad.
¡Todo tiene un sentido! No hay nada al azar o que sea arbitrario. Todo tiene una finalidad según nuestra alma. Puede representar un aprendizaje, una sanación, o una preparación para su manifestación al mundo.
Una de las grandes pruebas para los maestros es tener periodos prolongados de aparente inactividad, donde ha de ser él quien llene y viva su día según su corazón.
Cuando se acepta estas situaciones, el maestro se siente lleno de prosperidad, creatividad, autoconocimiento y activación de su potencial divino. Son momentos como estos, que elevan el alma de aquel al servicio de la humanidad, el planeta y el universo. Activan la esencia de su ser, y con estos encuentros interiores con la Luz y el Hogar, dan un sentido nuevo a su sendero a partir de estos instantes.
Ya nada es igual. La vida deja de ser lo que era, siendo ya diferente para él, creándose una mayor unión con los hermanos de la Luz y su divinidad.
Es en el silencio y la quietud cuando más se está sirviendo a la humanidad y al universo. Cuando vuestras vidas parecen que se han estancado, es cuando más productivas están. Son momentos álgidos para vuestra alma y su evolución. Aprovechad estos instantes porque tienen su finalidad. Todo tiene un sentido en nuestras vidas.
Vivir todo el día contigo mismo y sentir la felicidad, el amor y mostrar la alegría a los demás, es señal que nos encontramos ante uno de los maestros de nuestro amado planeta. Cuando os encontréis con alguien que no tiene muchas posesiones, pero todo lo tiene a la vez, que no parece muy activo pero sientes su corazón abierto, su amor y su serenidad, entonces, no dudes en darle un abrazo porque estarás abrazando a un enviado del universo a la Tierra.
Los Maestros tienen que pasar ciertas pruebas aparentemente muy duras. ¿Sabrías estar contigo sin desfallecer ni alterar tu estado anímico, el hecho de estar contigo las 24h del día, así uno, tras otro?
Cuando este ser luminoso haya cruzado este desierto de inactividad constante, entonces aparecerá el oasis de su camino que le abrirá las puertas de la plena actividad y una vez empiece, la Fuente no dejará de brotar la energía que alimentará a los sedientes y hambrientos de ellos mismos. Habrá aprendido a jugar, a crear, a abrir puertas y a sentir a niveles más allá de nuestro universo.
Entonces, el mundo sabrá de ellos.
Dejemos que pasen por estos momentos para que su Luz sea reconocida por todos los rincones de este mundo.
No hay mayor reto que encontrarse con uno mismo, y juntos, amarse y recordar nuestra  procedencia y nuestra  verdadera naturaleza. El recordar intensificará su Luz.
Hay maestros a punto de su presentación. Todos los esperamos.
Gracias por ser y estar.  

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