miércoles, 27 de agosto de 2014

A una amada alma

Cuando el pasado se ancla en tu esencia, el timón de tu vida deja de pertenecerte. Estás cogido a él, pero ves como tu voluntad adormecida se paraliza para escuchar la guía de tu corazón.
Desde las raíces creadas en un pasado, te das cuenta que tú no puedes dirigir tu vida, viendo como tu cuerpo va ralentizando tu andar. Los pasos que dabas ya no pueden medirse por sus distancias abarcadas, sino por el hecho de poder poner un pie delante del otro.
Estás en la cabina de mando de tu vida, pero tus manos, puestas en el timón, ves que no responden a tu voluntad. Estás sola, pero la decisión a tomar está envuelta de constantes dudas, incerteza e incapacidad de sentirte lo suficientemente válida para realizar un movimiento que lleve tu nave hacia la voz de tu interior.
Hace muchos años desapareció, y tu ser se puso en manos de tu entorno. Negaste tu ser. Anulaste tu voluntad. Llenaste tu vacío interior con resignación, resentimiento y desamor. Avanzaste indefensa y desamparada. Sentiste la indiferencia en tu vida, empezando por tu propia actitud ante ti. Dejaste de existir como ser lleno de luz y amor, transformando la integridad en negación absoluta de tu verdadera naturaleza.
Han pasado los años, más de setenta, y tu cuerpo y tu mente muestran los desagravios vividos a lo largo de tu existencia actual.
Tu dedicación a los demás, obedeciendo e ignorándote, te ha llevado a un estado de encierro, creándote tu propio mundo y tus propias reglas. Tus palabras resuenan a un resentimiento acumulado a  lo largo de los años, un dolor no expresado en tu interior al no ser tú. Ahora, te miras al espejo y procuras no ver tu cuerpo, tu físico porque lo que ves, no te gusta.
En su momento la alegría y el gozo de vivir desaparecieron de tu rostro. Seriedad, malhumor, emociones fuertemente reprimidas negaron cualquier supuesto intento de florecer.
Fuiste la esposa ideal para muchos.
Te rodeaste de almas que se acercaban a explicarte sus adversidades ante la vida,…..y tú escuchabas y callabas, callabas constantemente. Tu voz se apagó, y cualquier sensación de liberación que hubiese llegado a producirse, se anularon por no sentirte capaz de ser tú. No te creíste importante ni valiosa, después de criar varios hijos y hacerte cargo de ellos día tras día.
Ahora, sientes la nostalgia de la niña pequeña que hay en ti. En el fondo, siempre la has sentido. Te gustan los niños mientras sean bebés o pequeños. Cuando alcanzan cierta altura, los identificas con los adultos, y debido al resentimiento, fuertemente enraizado en ti, dejan de ser buenos, y entran en el calificativo de bichos o malos, o de ya no es como antes.
Los años han cambiado, y te han llevado al presente. ¿Sabes qué? Te amo. Siento tu dolor interior no expresado. Veo tus secuelas de la falta de autoestima y anulación de tu ser. Siento y veo todo esto y más, y ante esta visión, también veo la bondad que hay en ti, el amor que emanas para que ningún niño sufra lo que tú has vivido. Te has quedado con las intenciones. Sabes escuchar y esto hace que aquellos que tengan algo que decir sobre sus heridas en su vida, se te acerquen y te cuenten. Atraes padecimiento.
Tu mente se está debilitando por momentos. Tus recuerdos, van a menos. Tu presente no existe para ti, solo la memoria de parte de tu pasado donde se crearon las heridas, todavía sin cicatrizar. Lo nuevo es rechazado.
Te amo, amada alma. Mi corazón siente un profundo sentimiento de compasión luminosa hacia ti.
 
Los días pasan y cada presente vivido a tu lado, hace que pueda compartir la alegría y la esperanza de vivir contigo, haciendo que cada día sea una nueva oportunidad para gozarlo y sentir el sentido de la vida en nosotros. De pequeño estuviste a mi lado,  y ahora junto a tu pareja de vida, te acompañamos en estos momentos de una lenta decadencia física y mental sobre todo.
Los expertos todavía no saben las raíces de lo que se denomina alzhéimer. No podemos entender una enfermedad sin saber y comprender la vida que un ser ha seguido hasta los primeros síntomas de su aparición.
Cuando nos negamos y nos anulamos como seres, cuando dejamos que nuestro empoderamiento sea carcomido por nuestro exterior, vamos muriéndonos en vida. Nuestras facultades mentales y físicas se retraen y nuestro funcionamiento interior va desgastándose hasta sentir la impotencia de poder volver a mover su engranaje.
La anulación del ser puede llevar al desgaste prematuro y a una manifestación de nuestra materia como puerta de escape de los residuos emocionales reprimidos, miedos y una actitud de indefensión, infravaloración, actos reprimidos y ausencia de amor en nuestra vida.
Esta denominada enfermedad desaparecería con el amor y la ternura emanada desde el corazón. Cuando dejamos de ser nosotros, bloqueamos la energía de nuestro ser, bloqueando a la vez, partes de nuestro físico, y con el tiempo, si no hemos sido capaces de poner el remedio a través de nuestro autoconocimiento, empezarán a manifestarse los síntomas de una incapacidad, padecimiento o dolor físico y/o mental debido a un bloqueo emocional por una falta de amor en nuestra vida.
Viviendo en el desamor, dejamos de ser nosotros.
Amada alma, te amo y, es ahora en mi presente, que puedo disfrutar de la vida a tu lado, viéndote reír, abrirte a la vida y empezando a mostrar tu sentido del humor. Durante años no vi tu rostro resplandeciente y alegre como ahora. No existía nuestra complicidad y la unión de estos momentos. ¿Sabes? Te amo y siento tu aceptación de mi ser en ti.
Veo tu sonrisa, tu reír y tu sentido del humor. Quiero darte las gracias por todo lo que has hecho por mí. A pesar de los pesares, quiero agradecerte tu dedicación a mi ser, el tiempo que estuviste a mi lado.
No estarás sola, y quiero decirte que tu esposo estará junto a ti en todo momento. Te ama, y desde el corazón. Sabe que ha llegado su hora, donde tendrá que darte toda la dedicación que tú le has dado a él.
Ahora puedo disfrutar de vosotros dos como no lo había hecho de pequeño.
 
Gracias por ser y estar. Gracias amada alma.

No hay comentarios: