jueves, 13 de marzo de 2014

Solo con el Padre

-         Solo tengo ganas de estar contigo, Padre. Tengo ganas de sentirte y saber de mí, de aquel quien soy, pero no tanto por el hecho de hacer preguntas, sino en sentir y saber a través de las sensaciones y lo que siento. Sintiendo, sé, pero no por el hecho de quererlo, sino porque todo se encuentra a tu alcance y solo teniendo un impulso de querer saber, ya lo sabes. Es como si con tu voluntad lo consiguieras.
-         ...
-         Solo tengo ganas de sentir el Hogar y quién Soy. ¡Llena tanto! (me vienen ganas de llorar). Siento la inmensidad del Amor en mí.
Los ángeles están conmigo. Los noto. Los veo a mi lado y en mi entorno.
Me rodean haciéndome saber que están conmigo y siempre han estado, así como que estarán y llevaremos a término juntos, aquello que sabemos (el hecho de obrar conjuntamente para llevar a término el GRAN PLAN DIVINO).
Siento la inmensidad del universo en mí como si yo fuera un universo ilimitado.
-         Una de las cosas que me estoy dando cuenta y sintiendo en estos momentos es el hecho de dejarte ir del todo, y entonces, las puertas se abren, porque no eres tú quien actúa, sino el Padre en ti. Cuando dejas que así sea, entonces, la majestuosidad de tu presencia se ilumina y se magnifica, abriéndose las puertas tan anheladas, y cada vez más.
-         ...
-         En momentos como éste, no se sabe cuando soy yo y cuando eres tú, Padre. No hay diferencia entre tú y yo. Es como si fuésemos dos seres de la misma esencia integrados entre sí. No se diferencia cuando es uno y cuando es el otro. (Pausa). No eres tú y yo, sino que los dos somos Uno.
-         Así es hijo. Estás sintiendo y por lo tanto, estás sabiendo y aprendiendo. No se necesita dar grandes pasos para obtener la sabiduría de cada uno, solo es necesario que os sintáis y entonces sabréis de mi y de vosotros. Sintiéndome a mí, os sentiréis a vosotros – me responde.
-         Cuando el ser humano se deja ir y se entrega a ti, Padre, deja de ser humano para convertirse en el ser divino que cada uno es. Cuando la divinidad se manifiesta, todo se sabe, todo se entiende, la visión es clara más allá del raciocinio. Entonces sintiendo, no hay preguntas porque ya lo sientes y sabes. Es todo en el momento. Sabes. Comprendes. Entiendes. Sencillamente estás inmerso en la sabiduría universal. Cuando estás en ella no necesitas cuestionarte nada porque lo que necesitas saber lo sientes. En este estado, no hay raciocinio, solo estar y sentir la plenitud de tu ser.
-         Yo estoy contigo, hijo, y con todos vosotros, porque todos sois parte de mí y yo de vosotros. No hay diferencia entre vosotros y yo, porque yo no me encuentro fuera de vosotros ni vosotros sois diferentes a mí. La dimensión donde os encontráis os ha llevado a crear una línea divisoria donde vosotros estáis a un lado de ella y yo al otro. Esta línea se está desdibujando, y muchos de vosotros, cada vez más, vais sabiendo de vuestra naturaleza. Aquellos que se adentran en ellos mismos, me encuentran porque nunca me he ido de vosotros. Siempre he estado. Cuando sentís al Padre, como dices, sentís aquel quienes sois. No soy yo quien os transmite este estado, sino la conexión de vosotros con vosotros mismos. No somos dos energías, sino una de sola, y cuando la línea desaparece, sentís la Unicidad, la plena Unicidad con la Fuente de donde procedéis.
-         …y el Amor que somos se manifiesta – intervengo espontáneamente.
-         Vuestro proceso os lleva a quienes sois. Muchos todavía se niegan, pero llegará el momento que también se entregarán al Padre en ellos. (Pausa). Cuando un ser llega a sentir la pureza de su esencia, su misión es servir a la humanidad y a mi Voluntad. La mía es la vuestra desde la Consciencia Plena de quienes sois. Cuando así es, Padre e hijo son Uno al servicio del Plan Superior donde todos pertenecemos.
-         ¿Por qué dices pertenecemos, en plural?
-         Porque todos los seres, todas las energías del universo también participan en su realización. El Hogar como decís, os está ayudando para que así sea, y aquello que cada uno ha venido a hacer sea realizado para el mayor bien de todos. Así ha de ser y será.
-         ¿Y este año? – pregunto.
-         Dejad que el planeta y el ser humano se eleve hacia la divinidad. Quienes ya se han entregado al Padre brillarán como no lo han hecho hasta ahora. Vuestras luces abrirán caminos nuevos para que aquello que se acordó, sea llevado a término. Vuestra visión interior se extenderá y podréis ver con más nitidez los estados de las almas. No habrá corazas impenetrables, porque percibiréis y sentiréis el estado de todas aquellas que os vengan. Sabréis como ayudarlas porque el Padre en vosotros se manifestará. Seréis presencia divina, seréis el Padre manifestándose. Os verán a vosotros, pero sabrán del Padre y del Hogar.
-         Amén – digo.
-         Así es y será, hijo.
-         ¡Es tan grande lo que siento en estos momentos! No hay palabras para describirlo. Se debe de sentir.
-         Sintiendo llegarán a mí. Sentirán su esencia, y entonces empezarán a saber desde el corazón. Ellos serán el Cielo en la Tierra. Vosotros sois el Cielo. No esperéis que algo baje de él para establecerse en la Tierra. Vuestra apertura del corazón abrirá las puertas del Hogar en vosotros, del Cielo que sois.
-         ...
-         El Cielo no es un espacio físico  continua diciéndome -, sino un estado interior vuestro que os permitirá ir más allá de vuestra condición humana. Os permitirá conectar con la esencia de la Creación y poderla aplicar en vuestras vidas actuales. Este proceso hará elevar la vibración de vuestra dimensión para dar paso a una de superior. Ya os han anunciado este cambio de dimensión, pero ella es debida a vuestro cambio vibracional, producido por vuestra consciencia despierta y activada.
-         Gracias Padre. Que se haga tu Voluntad en nosotros. 
-         ...
-          ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

-         Gracias hijo.  

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