jueves, 14 de noviembre de 2013

El camino de la Ascensión


 
Una vez se encontraban en un rincón de los jardines de un Monasterio, unos discípulos con su maestro.

Éste les dijo:

-        El camino de la Ascensión es como un jardinero que va sacando las malas hierbas de su jardín. Cada uno de vosotros es ese jardinero dispuesto a mostrar lo mejor de él.

A continuación, uno de sus discípulos le preguntó:

-        Maestro, he entendido lo que nos has querido decir, pero, no tengo claro cuáles pueden ser las malas hierbas de mi jardín.

El maestro respondió:

-        Debéis de extraer y liberar de cada uno de vosotros aquello que no os permite mostrar vuestra verdadera naturaleza.

Se hizo un silencio.

El viejo sabio, observó a sus jóvenes alumnos y prosiguió:

-        Vuestros pensamientos no siempre se muestran según vuestra esencia. Cuando no es así, necesitan ser liberados y tener nuevos pensamientos. Cuando aparece el miedo, hay que arrancarlo de raíz, porque frenan vuestro proceso. Necesitáis revisar vuestro jardín, vuestras creencias, pensamientos, emociones, actitudes, gestos e intencionalidad, porque alguno de ellos no sigue el flujo del Universo. Os estáis llenando de malas hierbas, y vuestra belleza queda relegada a un segundo plano, no pudiéndola mostrar por las distracciones de estas malas hierbas, entorpeciendo vuestro proceso de purificación.

En aquel momento, un discípulo exclamó:

-        ¡Ya lo he entendido, Maestro! ¡Hay que regar el jardín con el agua del Amor!

-        Eso es –respondió sonriendo y mirando al joven con una expresión de compasión y bondad.

-        ¿Y qué hacemos con las malas hierbas? – le preguntó otro de sus discípulos.

-        Éstas no os pertenecen. Son vuestras ilusiones ante el convencimiento que sois un gusano, cuando lo que en verdad sois es una mariposa: libre, pura y llena de belleza.

El maestro se levantó y se fue.

Mientras se alejaba oyó al penúltimo joven que intervino, diciéndole en voz alta:

-        ¡Maestro! El Amor nos hará volar, ¿verdad?

El sabio se detuvo. Se giró y sonrió al joven, asintiendo con la cabeza.

Volvió a girarse y continuó su camino.

 

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