miércoles, 9 de octubre de 2013

Desde el centro del corazón (con David)

 
Hoy quiero mostraros unas palabras de David, desde la intimidad de un encuentro sosegado con la tranquilidad de tener un tiempo para nosotros mismos, en relación sobre la definición de sí mismo. Allí estuvimos los dos, en la intimidad de nuestra amistad. Sin más, para todos vosotros.
No siento la necesidad de definir mi ser y aquello que realizo. Las palabras limitan la esencia de cualquier alma encarnada. Aquello que puedas definir, no me importa. Es igual lo que puedan decir los demás de mí.
Siento en mi interior la plenitud de la realización de aquello que sé sobre mi quehacer en esta vida. (Pausa). Lo importante es la oportunidad aprovechada, sabiendo que el resultado no me pertenece. No soy yo quien decide el final de mis obras. (Pausa) Éstas no me pertenecen. (Pausa) No son mérito propio. Aquello que realizo solo es el vehículo por el cual a quien sirvo puede manifestarse.
Lo que siento permite que mi camino no sea mundano, entendiendo la terrenalidad, como limitaciones para mi alma.
Sé que han dicho cosas de mí, en relación a lo que hago. Lo siento, no me incumbe tenerlas presente. Es mi corazón quien dicta mi decisión.
Hace tiempo que nos conocemos – refiriéndose a mí -, y bien sabes que lo que digo es cierto. Conoces mi camino y lo que siento, y mi amor es grande hacia ti y todos los que me rodean. ¿Crees que este amor tiene en cuenta la manera de cómo me ven los demás? (Mueve la cabeza en señal de negación). No es mi intención que me etiqueten. No pertenece al ser quien realmente soy. De allí de donde vengo, las palabras no tienen razón de ser, y en mi encarnación actual continuo sintiéndolo así. Mi presencia no tiene en cuenta el cómo me ven o definen, porque solo las almas de aquellos con los cuales estoy me interesan.
Mi interés por la vida se centra en el camino del alma y en aquello que mi ser ha venido a realizar.
Quienes me rodean no siempre entienden mi actitud. Los amo y siento su interior adaptado a su pasado. (Pausa un poco más larga de lo normal).
Lo siento, no quiero hablar de lo que no es.
-        ¿Quieres continuar hablando de cómo te ven? – le pregunto.
-        Soy un alma despierta que está realizando lo que ha venido a hacer en esta vida, sintiendo la alegría, la emoción y el gozo de poderlo realizar. Siento el Amor de quien soy en mí, manifestándose a través de mí. (Pausa). ¿Hay algo más importante que esto? No tengo ninguna motivación en interesarme por los caminos alejados a lo que siento. Los he llegado a conocer y veo almas adentrándose en ellos, pero el Amor y la Luz de aquel que habita en mí, ilumina sus andares y restablece lo innato en uno mismo.
-        David, incluso yo mismo he llegado a ponerte algún nombre para hablar de ti y la gente pueda conocerte. Si parece que no estés muy de acuerdo con lo que entendemos como etiquetas, ¿cómo quieres que te conozcan?
-        Lo he comentado antes. No soy más que cualquier otro. Sé el camino a seguir, y lo que hago, parte de mi esencia intuitiva. Aquellos que están conmigo – de donde procedemos – son la motivación de mis hechos. No soy yo, es la Unicidad de donde procedo que da sentido a lo que hago. Siento la plenitud de servir a la divinidad. Siento el regocijo de poder realizar la misión que tengo para esta vida. Todos, tenemos una. Siento la mía con firmeza y claridad. Sólo me dedico a llevarla a término. (Pausa). No hay nada más gozoso en mi vida,  que servir a la Fuente de la cual todos procedemos.
-        Hasta ahora has estado ayudando a todos aquellos que se te han acercado. ¿Continuarás haciéndolo igual como ahora?
-        No. Me doy cuenta que a medida que transcurre nuestro tiempo, mi alma no es la misma. Noto como ella se está dejando cada vez más para que mi divinidad pueda actuar a través mío. (Pausa). Me estoy dando cuenta – me dice como abriendo su corazón y encontrándose ante una amistad amada – que cada vez soy menos yo en mis actuaciones. Siento la fortaleza de aquel que mora en mí, y cada vez más – me comenta con voz suave y firme a la vez. (Pausa). Siento también, los cambios que se están produciendo en lo físico.
-        ¿Y los que te acompañan del Hogar? – le pregunto.
-        Son mi fortaleza y mi guía para estos tiempos. Siento sus presencias y el Amor emanado hacia quienes vivimos en la materia. (Pausa) Ponen luz y discernimiento en mi camino. Son como parte de mí que no dejan que desfallezca mi espíritu. (Pausa alargada). Son la referencia en mi vida.  
-        Siento la paz en tu interior – le comento.
-        No tengo motivo para alterar mi espíritu. Si recordases quien eres y la fortaleza de tu verdadero ser,… dejarías tu mente para escuchar a tu corazón. Ya no te detendrías en poner la atención en aquello que no pertenece a tu esencia. Todo fluiría. (Pausa). Siento la paz de quien soy. Ya te he dicho antes, que mi vida no me pertenece. No soy yo quien debe de preocuparse por lo vivido o acontecido – me dice haciendo una sonrisa. No hay motivos para alarmarse o inquietarse sabiendo el camino a seguir. La humanidad también avanza. (Silencio largo).
Nos miramos y como si estuviéramos los dos de acuerdo con lo expresado, mantenemos el silencio iniciado para darme cuenta que el encuentro de hoy debe de dar paso a las últimas palabras.
-        Me gustaría, David, que dijeras unas últimas palabras, sabiendo que serán leídas en su momento.
-        El silencio te hablará de ti. Pondrá luz a aquel quien en verdad eres. No hay alma superior a otra, y sí todas, necesitadas de las otras para realizar la única Voluntad Superior a la cual todos pertenecemos.
-        Gracias David. Es un placer poder publicar tus palabras. Gracias.
 
(Él asiente con la cabeza, con su expresión serena y profunda)
 
 
 
 

No hay comentarios: