miércoles, 24 de julio de 2013

Nuevo encuentro con David

 
Hoy quiero regalaros un nuevo encuentro con David. Cuando estoy con él, no sé exactamente de qué hablaremos, o mejor dicho, qué dirección tomará nuestra charla.
Hace tiempo os comenté que David es un armonizador de almas. Esta vez, me gustaría empezar con esta idea, estando con él.
-        ¿Podemos empezar? – le pregunto.
-        Cuando quieras – me responde asintiendo con la cabeza y una sonrisa como de complicidad por lo que vendrá a continuación.
-        ¿Podríamos decir que eres Maestro? – pregunto iniciando el encuentro.
-        ¿Qué es ser Maestro? – me responde preguntando él.
-        Es aquel que ayuda a recordar y transmite unas enseñanzas y un ejemplo de vida basado en el Amor – digo.
-        … (él, en silencio, escucha mis palabras)
-        Maestro es aquel que muestra el camino hacia el Ser y la esencia que cada uno es.
Después de una pequeña pausa dice:
-        Algunas veces me he planteado qué etiqueta poner a mi vida según lo que hago. Me han llegado a poner muchas etiquetas, pero hay una que desde hace muchos años me empezaron a decir, y teniendo presente lo que tú has respondido sobre la palabra Maestro, bien podría decirse que soy Maestro.
-        ¿Maestro espiritual?
-        Sí – responde. Algunos me han comentado que no queda bien decir que uno es maestro, pero desde mi juventud, siempre me ha seguido esta palabra en mi vida. Siempre he sido maestro en diferentes aspectos de nuestra vida. Uno puede ser maestro creativo, profesor de ciertas actividades, de escuela, hasta llegar a la puerta de la espiritualidad. (Pausa). Siento la Maestría en mí. Aunque siento que me encuentro en un camino de aprendizaje, me doy cuenta que mi diferencia con el entorno más inmediato hace que vaya adquiriendo un aprendizaje que me permite, luego, poder acercarme, comprender y ayudar a aquellos que el universo me envía.
-       
-        Si miro todo lo realizado hasta ahora - continúa diciendo -, diría que sí, a los dos aspectos que has nombrado. Acepto el hecho de ser un “armonizador de almas”, y “Maestro espiritual”.
-        ¿No sientes una responsabilidad en ti por lo que estás haciendo para el planeta y la humanidad? - le pregunto.
-        ¡No! – me responde rotundamente – porque no soy yo quien se manifiesta cuando me abro al servicio de la Fuente.
-        ¿No crees que los demás no puedan llegar a entender lo que acabas de decirme?
-        No soy yo quien realiza lo que denomináis mi obra, los resultados obtenidos. Mi presencia solo sirve de canal para que la Divinidad Universal, a través de mi Divinidad manifieste su Voluntad, según ha de ser. ¿Quién soy yo para interponerme entre ellas? La Fuente es Superior a mí, pero a la vez, todos procedemos de ella y pertenecemos a ella.
-        Es decir, no eres tú quien consigue los resultados de aquellos que vienen a ti – pregunto.
-        Maestro es el conducto por el cual Dios, el Amor puede materializarse aquí en la Tierra. La maestría consiste en tomar consciencia que aquello que tú realizas, proviene de más allá de tu voluntad humana. (Pausa). El camino de la maestría es el camino de la dejadez, de dejarse llevar por la Voluntad Superior a la cual todos estamos inmersos. Cuando te das cuenta de tu procedencia y tu sentido en esta vida, entonces, tú ya no eres tú, por lo tanto, lo que haces no procede de ti, sino de tu divinidad.
-        Pero algunos pueden preguntarse si tú y tu divinidad, en el fondo sois lo mismo.
-        El árbol es el árbol, pero sus frutos no dependen de su voluntad, sino del contenido de su semilla. Esta semilla es el potencial de la divinidad del árbol. Si el árbol se deja llevar por el contenido de la semilla, puede llegar a mostrarse con todo su resplandor. El árbol pertenece a su semilla, así nosotros, pertenecemos a una Divinidad Superior, que si las circunstancias son las propicias, podemos mostrar todo nuestro resplandor y ver los resultados de quiénes somos.
-       
-        Cuando nos dejamos ir y balancear por el flujo de nuestra esencia, entonces nos mantenemos en el camino de la maestría, del aprendizaje.
-        ¿Y cuándo no?
-        Nos aferramos a la humanidad.
-        La condición humana sólo es el punto de salida para llegar a nuestra divinidad – le comento.
-        Así es. Sólo es el inicio para empezar a discernir aquello que pueda resonar en nuestro corazón y lo que no. Esta tría, entre el grano y la paja en nuestro camino nos llevará a despertar cada vez más. La mente no es el motor principal de nuestra vida. Sólo desde el corazón podremos llegar a nosotros.
-        Por lo tanto – continuo diciendo -, nuestra condición humana sólo es la herramienta para hacer servir nuestro libre albedrío.
 
Mirándome me hace una sonrisa de conformidad. Sus ojos se abren y comenta:
-        ¡Exacto! Todo tiene que ver con una Voluntad Superior. Esta Voluntad nos acercará a la comprensión del por qué de nuestra existencia a través de unas encarnaciones.
-       
-        (Después de una pausa prosigue): Todos pueden llegar a la comprensión superior, pero no será a través del raciocinio. El corazón debe de guiar al ser y el abandono a esta Voluntad os llevará a la libertad espiritual donde os encontraréis con quienes sois. (Pausa). Todavía no hay la consciencia de divinidad. Muchos están despertando mientras van andando. Hay un conocimiento que les puede llevar a la esencia de su ser. La Maestría es el aprendizaje. Maestro quien lo aplica y transmite.
-       
-        Cada vez hay más seres que están llegando a la maestría. Llegará el momento que aparecerán como Maestros.
-       
-        (Después de una pausa, prosigue): Espiritualidad, Maestros, Iluminados, Seres de Luz, y otras palabras dejarán de existir con el tiempo, porque cada uno de nosotros, de vosotros, sois “el contenido de estas palabras”.
-        A medida que vayan recordando se darán cuenta que ellos ya son seres espirituales, de Luz, seres con consciencia y, por lo tanto, a algún nivel, Maestros – intervengo.
-        ¡Así es! – expresa haciendo un gesto de afirmación.
 
Veo que está como concentrado, ausente en sus cosas. En este estado le pregunto:
-        ¿Qué estás pensando?
-        A pesar del despertar, todavía existen los pedestales. No pongáis a nadie encima de uno de ellos, porque perdéis vuestra esencia. Nadie es más que vosotros. Todos somos discípulos y maestros, cada uno a su tiempo, llegará al estado de comprensión absoluta y a sentir aquel quienes sois en vuestro interior. (Pausa).
-       
-        ¡Sois Dios! – responde.
 
Después de unos instantes de silencio, vuelvo a dirigirme a él, preguntándole:
-        ¿Hay algo más que quieras comentar ahora?
Con un suave gesto con la cabeza dice que no.
-        Gracias nuevamente por permitir que este encuentro pueda ser transmitido y publicado.
Hace una sonrisa y un gesto de consentimiento con la cabeza.
-        Gracias Maestro.
-        A ti – me responde.

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