domingo, 23 de junio de 2013

La Fuerza del nuevo día

 
Siento la esperanza del nuevo día.
Siento la alegría en mí de no saber de los imprevistos elegidos para mí en el día de hoy.
Siento la sutileza de lo invisible moverse a gran velocidad para establecer el equilibrio divino entre todos aquellos que nos encontramos encarnados en este mundo de una sola luna.
Percibo la multitud de seres que se encuentran entre nosotros y no apreciados por la visión humana.
Siento un gran amor dentro de mí, en todo mi ser y como la luz que habita en mi interior, irradiándose como un manantial floreciendo en mi corazón.
No hay dos días iguales, y éste, tengo la sensación conforme me gratificará con lo que llegaré a sentir. Me abro a él y veo la belleza allí donde miro. En estos momentos, a través de la ventana del despacho contemplo las montañas más altas de esta zona saludándome y haciéndome saber que ellas solo son parte de mí. Al yo contemplarlas, ya sienten el sentido de sus presencias. Veo el cielo azul con una temperatura primaveral, pincelando a lo lejos alguna que otra nube para decorar mi visión.
Siento la paz en mi corazón.
Siento la unicidad con todos aquellos seres que me rodean y lo afortunado que soy al estar entre ellos en estos momentos. Mi alma se beneficia de sus presencias.
¡No hay nada más hermoso y de plenitud que sentir el Hogar en ti! ¡Sentir al Padre en ti! Divinidad absoluta manifestándose en estos instantes de calma y soledad, amenizados con una suave melodía de fondo.
Esta primera hora de la mañana, el día me da la bienvenida.
Hoy dejaré, nuevamente, que mi ser se responsabilice de su presencia y se deleite de su propia presencia y la de todos aquellos que nos acompañan del mundo de la Luz, así como de todos los encuentros, efímeros o más duraderos a lo largo de esta jornada llena de ilusión, esperanzas, alegrías y oportunidades. Cada instante es uno de ellos. Ahora decido sentir plenamente quien Yo Soy.
Veo al viejo indio que hay en mí. Siento el vuelo de Águila Blanca, los hermanos del Hogar, y la calidez y amistad de mi amado maestro y hermano Jesús. Siento lo femenino de mi ser, a María, María Magdalena y toda la esencia femenina manifestándose ante nosotros.
Muchas veces me gustaría que pudierais sentir lo que estoy sintiendo en estos momentos. Me gustaría que el ser humano pudiera sentir con el corazón su existencia, su entorno y su interior desde la neutralidad, sencillamente como observador. No querría dejar este estado. Es un éxtasi sereno, plenitud aceptada con total naturalidad y sentirse uno, a la vez, más allá de su condición humana, percibiendo, sintiendo y viendo, quizás, aquellos seres que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, llenos de amor, comprensión, aceptación y respeto desde el Hogar.  
Somos parte de un Hogar más allá de nuestras creencias.
Somos integrantes de una Familia Superior a lo largo del firmamento y la existencia, allí donde ésta se encuentre.
En este estado, hoy, en el día de hoy, como parte de un proceso unificado, desde mi corazón os deseo una jornada llena de Amor, Paz y Alegría.
A veces los sentimientos no pueden ser expresados en toda su intensidad con las palabras que tenemos a nuestro alcance.
Por lo tanto, con todo mi respeto y amor hacia vosotros, deseo lo mejor para vuestra alma en el día de hoy.
Para finalizar querría hacerlo con unas palabras de Jesús:
Sigue a tu corazón, y te liberarás”.
Que el Amor y la Paz sean en ti.

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