miércoles, 9 de enero de 2013

La fuerza del Sentir


Por fin llego a la cima. La subida ya ha finalizado. El bosque empieza a despertar. Ando entre senderos enmarcados por árboles dispuestos aleatoriamente e indicando bien el camino, la dirección a seguir.
Ahora llego a lo más alto, finalizando con una especie de clariana con vegetación, rodeándola como si dibujase un círculo y continuando el camino por el otro lado de este espacio.
He llegado hasta aquí. La plenitud de esta primera hora del día y alejado de toda humanidad, me hace sentir aquel quien soy yo y la presencia y unicidad con la naturaleza y los seres que la habitan. Es como si fuera Uno con ellos. Aquí me siento en plenitud, como si me encontrase en el Hogar. En el silencio de cualquier ruido civilizado, aquí, en plena naturaleza siento mi esencia abrirse y dejándose ir sabiendo que se encuentra en un lugar bien familiar: el Hogar. El abandonamiento es absoluto. Reconozco el Hogar allí donde estoy.

Siento paz y armonía en mí. Siento Yo Soy Yo, Uno con toda vida que me rodea. Son momentos únicos, llenos de familiaridad no terrenal y alejado de toda civilización. Yo, solo y rodeado por mis hermanos y acompañantes de esta vida encarnada que ahora me encuentro.
Continuo mis pasos y me doy cuenta de la altitud que me encuentro. Estoy en la cima de aquel lugar de los mapas. Solo y acompañado. Siento la pureza de estos instantes. La vida que me rodea me saluda con su presencia, adornando mi esencia y haciendo que los recuerdos de quien soy y de donde vengo se manifiesten ahora y aquí.
Me siento. Me quedo una rato sentado sintiendo mi presencia en medio de aquel paisaje y contemplando y sintiendo la gratitud del universo hacia nosotros. El silencio abraza todo lo que puedo llegar a abrazar con mi mirada. El tiempo se para y mi interior se expande. Soy Uno con allí donde me encuentro.
Sentado veo que ellos, hermanos de la Luz, van llegando poniéndose a mi lado, rodeándome. Son momentos donde la Familia se reúne. De todas direcciones van llegando. Sus luces y presencias parecen hacer un conjunto completo con el lugar donde me encuentro. Todo es pureza, derramando un gran amor por la cima donde nos encontramos. La Luz y el Amor del Hogar están presentes cuando abres las puertas de tu corazón.
Siento. Nada más que silencio lleno de sensaciones y sentimientos sublimes más allá de toda terrenalidad ocupan su lugar. Yo los acepto y dejo que me recuerden de donde vengo y el sentido de la existencia.
Como una multitud sentada en lo más alto de la montaña observando más allá del valle, una luz ilumina aquel lugar, irradiándose por todo el territorio que divisan mis ojos. Todo se ilumina. Yo Soy, Yo Soy, Yo Soy.
Siento la presencia del Hogar manifestándose. No hay mayor placer para nuestro espíritu que sentir el Hogar en nosotros. Entonces, todo aquello que no resuene con la alta vibración, desaparece, sabiendo el ser, sin duda alguna, que tú no eres quien piensas que eres y que lo que estás sintiendo en estos instantes aquí arriba  no pertenece al mundo que vivimos. Todo es puro y claro. Sólo sientes el presente, con toda su plenitud, dándote cuenta que en el fondo, siempre hemos estado presente y que la creación de un pasado o futuro nos ha confundido y nos ha apartado de nuestra esencia.
Aquí vuelves a conectar con quien eres. Más allá de tus sentimientos actuales, nada existe, porque sabes entonces, quien eres tú y qué representan aquellos que están contigo, llenos de luz y un amor puro e incondicional. Tú te conviertes en Uno con ellos y el tiempo desaparece, fundiéndote con la intensidad de una experiencia más allá de lo mundano. Tú eres mucho más quien pareces ser.
Estando aquí donde estamos, nos hace darnos cuenta que el baremo de nuestros patrones de vida son circunstanciales, y que en verdad, aquello que es importante se siente, no se ve y no se tiene,….sencillamente se siente. Este ha sido uno de los grandes regalos que quien nos creó nos concedió. Al sentir la intensidad del presente, sentimos la divinidad que somos. Una vez así es, entonces las puertas de la creación y el amor se abren de par en par, dejando paso a quien hay en nosotros resguardado en el fondo de nuestro interior. Como una mariposa luminosa y de colores brillantes, emerge de nuestro corazón y nos muestra el verdadero ser que somos. Cuando así es, ya no dudamos y nos damos cuenta de la plenitud de nuestro potencial por el solo hecho de ser creados desde la divinidad.
Las melodías del universo empiezan a sonar, y tu corazón sabe que eres bienvenido y aceptado por todos aquellos que te rodean. Eres honrado y valorado por tu sola presencia en tu día a día. Como si te liberasen de tu mente racional y te llevasen al umbral de una nueva dimensión, así te sientes inicialmente cuando tú eres tú y sientes aquel quien tú eres.
La intensidad de los momentos es serena, amorosa e indescriptible. Cuando alguien lo vive, entonces sabe lo que quiero decir o siento en estos momentos. A veces se debe de vivir y sentir alguna situación o sensación para comprenderla, porque cada uno, dentro de la amorosa intensidad, le permitirá abrir una puerta u otra según el camino de su alma; ahora bien, todos sabrán que el Hogar existe y son parte de él, aunque estemos encarnados.
Siempre hemos estado acompañados desde el Amor. Nunca hemos estado solos, ni lo estaremos. La soledad es un estado de no conexión con uno mismo. Cuando dependemos de nuestro entorno, nos alejamos de nosotros, y creamos lo que conocemos como “soledad”. Es cierto que una buena amistad te ayuda en momentos determinados, pero continuas dependiendo de ella o ellas, para ser tú. Cuando sientes el Hogar en tu interior, cuando sientes el Amor en ti, entonces es cuando tu vida cambia y te das cuenta que tú eres la fuente de toda vida, eres la fuente de amor y creación. Tú, en el fondo, eres la fuente que buscas en tu entorno. Cuando te adentras en tu ser, tu corazón, entonces él te habla de esta emanación de pureza, sabiduría y amor que hay en ti.
Por todo esto, os quiero decir que una de las llaves para llegar a conocer quiénes somos realmente, es el hecho de adentrarnos a nuestro interior, hacer grandes paseos por la naturaleza y contemplar la belleza de nuestro entorno, sea cual sea.
Cuando sentimos Amor, solo Amor podemos atraer y crear.
El silencio y la quietud interiores abren las puertas de la verdad de nuestro ser.
Desde este estado que ahora me encuentro, os invito a iniciar esta nueva etapa en vuestras vidas aprendiendo a SENTIR aquello que queréis. El SENTIR nos abrirá las puertas de par en par, para materializar lo sentido desde la fuerza de nuestro corazón.

Desde el mío, deseo que el Amor y la Paz sean en todos vosotros. 

No hay comentarios: