miércoles, 11 de julio de 2012

Balanceo


Como una nana que nuestra madre puede tararearnos, así se siente mi alma, balanceándome en su regazo por las manos tiernas y luminosas de la creación.
Me dejo ir, abandonándome a sus brazos, sabiendo y sintiendo el Amor que tiene hacia mi ser. Me siento seguro, protegido, alimentado, respetado y con el espacio necesario para poder hacer según sienta en mi interior.
Me siento entre los manos de quien me ha creado, adormeciéndome, reposando de todo lo realizado hasta el presente, para poder abrir los ojos del corazón nuevamente y juguetear con los utensilios que la vida me da, a través de mi abandonamiento lleno de confianza y sabedor que todo lo que necesite me será dado.
Cuando la creación vuelva a dejarme suavemente sobre la Tierra, sabré en todo momento de su presencia en mí y a mi alrededor. ¿Cómo puedo tener miedo teniendo a mis hermanos de la Luz a mi lado? ¿Cómo no deleitarme con lo que hago, si la Madre me ha llevado hasta donde me encuentro en estos momentos? Sólo me queda poner mi atención en mi presente y disfrutarlo. Mi niño interior no ve más allá de lo que vivo en el ahora. Sé mi trayectoria, pero este saber no pertenece al presente, sino fruto de vivir el ahora y aquí en todo momento.
Continuo sintiendo la melodía dulce y amorosa de mi Madre Divina, acunándome entre sus brazos, y recibiendo las vibraciones de su pecho al entornar los sonidos de la vigilia amorosa, protectora, hacia su hijo. Los sonidos celestiales amainan mi ser, abandonándome y confiando plenamente en quien me ha creado. Son momentos de unicidad con la Fuente de donde procedo.
Tengo los ojos cerrados pero siento y veo, a la vez, a todos aquellos seres que están conmigo en este estado. Mi niño interior sonríe y da el consentimiento que todos ellos sean con él. Este es el Hogar donde pertenezco. Todos los presentes me son familiares y siento un profundo respeto y unión con cada uno de ellos, llegando cada vez más, aquí donde me encuentro.
Mis ojos se cierran y dejo que el espacio-tiempo desaparezcan de mí. Soy Uno en los brazos del Amor. Soy Uno con la Creación.
Me encuentro dentro de un cuerpo, aparentemente indefenso, pero lo que siento dentro de mí pertenece al verdadero Hogar, del cual todos pertenecemos.
Hay un coro de Luz susurrando a mi corazón, y yo, adentrado en los mundos oníricos de mi ensueño, producido por la melodía y el balanceo de mi Madre, siento mi verdadero Hogar en este espacio donde he ido a parar. Veo ángeles rodeándome y animándome para recordar al verdadero ser que soy. Aquí soy uno con ellos, pero cuando mis ojos se abran, me sentiré extraño, y será entonces, cuando estas vocecitas deberé de recordarlas para saber que mi presencia en esta vida tiene una finalidad Superior. Mientras, dejo que los dulces sueños creados por mi plena confianza y dejadez absoluta en los brazos de la Madre, me encoraje para cuando viva los momentos de desconcierto que se produzcan a mi alrededor.
Sonrío y juego con mis hermanos de la Luz. quienes son. Sé quien soy, cuando me encuentro con ellos en momentos como éstos. ¡Ay, qué paz!
La mano celestial mece mi ser, sintiendo la ternura de su intencionalidad. Soy fuerte. Soy sabio y sé quien soy. Así es cuando mi ser es uno con el Hogar.
Vivo una realidad dentro de una ilusión. Mi cuerpo me hace darme cuenta que, donde estoy, no es como yo siento cuando me encuentro en Casa. Hay una condición humana en mí que enmascara la verdadera esencia que soy. Con palabras dulces y tiernas, mis hermanos de la Luz me hablan de todo esto. Con ellos nada temo. Sé que en su momento voy a darme cuenta de todo lo que viviré, y entonces, ya podré estar con ellos nuevamente, traspasando las limitaciones de lo humano. ¡Qué susurros! ¡Qué voces! ¡ Cánticos procedentes de donde soy son interpretados para mí, para recordar que este es mi Hogar, y que siempre estará, esperando mi regreso con el despertar de la consciencia!
El ronroneo del pecho de mi Madre, relaja mi espíritu y me lleva  más allá de donde me encuentro. Viajo lejos, cogido de la mano de una gran e intensa Luz que guía mis pasos. Detrás, toda una corte de seres luminosos, sintiendo su Amor hacia mi ser. Estoy siendo llevado, y en todo momento, puedo ver otras formas de vida en otros lugares de lo que conocemos como universo. Amor, sólo siento Amor, y es este Amor el que se incrusta en cada célula de mi existencia terrenal para no olvidarla ya jamás.
Durante mi estancia en este planeta, de cuando en cuando, he ido teniendo instantes de familiaridad con seres que me he ido encontrando y con situaciones que me han llevado a activar esta esencia amorosa en mí.
Mi ser, aunque bebé, sabía de su magnitud e inmensidad. Sabía que algún día esta energía que nos identifica a todos los del Hogar, la manifestaría aquí en esta dimensión.
Mi cuerpo ha crecido, y continúa siendo mecido en la cuna celestial de la Madre de la cual todos pertenecemos. La activación de la unión con la Fuente Creadora de toda vida, ha hecho, con el tiempo lineal,  abrir mis ojos del corazón y darme cuenta, que aunque parezca que esté muy lejos de Casa, en el fondo, ahora y aquí, estoy en ella, y que ella, nunca ha estado lejos de mí, o yo de ella, porque Yo Soy el Hogar, y en todo momento me he encontrado en él, aunque lo que mis ojos físicos veían no se correspondía con los recuerdos y sentimientos que tenía cuando no me encontraba en una biología.
¡Qué placidez, ternura, paz y amor cuando nos dejamos ir en los brazos de quienes somos!
Es entonces, cuando la vida empieza a tener sentido y todo vuelva a sus cauces. Es entonces, cuando el hijo pródigo vuelve al Hogar que siempre ha pertenecido.
Amor, sólo existe el Amor.
Sólo hay Amor.
Confía tu vida al verdadero ser que eres, y deja que todo sea.
Amor atrae Amor. Tú eres Amor, y sólo desde el Amor, puedes crear felicidad, alegría y obtener la comprensión de tu dimensión actual.
Entonces, el bebé abre los ojos, ve los de la Madre y sonríe por reconocerla.

Por todo esto, como hermano del Hogar, deseo lo mejor para ti, y que el Amor y la Paz sean en ti.

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