jueves, 15 de marzo de 2012

¡...y cuando nací, la vela se encendió!



Cuando nací, la vela se encendió… ¡y se hizo la luz!
Mi familia quedó más iluminada, teniendo la oportunidad con los años, de saber de la importancia de la luz.
La vela que se puso y encendió al venir en esta dimensión, brilló intensamente, poniendo esperanzas y alegría en mi entorno.   
Una nueva llama apareció con mi presencia. En medio del tiempo de dualidad fortalecida, un bálsamo nació en medio de la fuerza de la mente, el ego y los miedos.       
La vela destinada a mí se encendió, y ahora, después de medio siglo, parece no consumirse como si el tiempo la hubiese parado, irradiando con una intensidad inimaginable en sus inicios, la claridad de mi presencia,…y lo mejor todavía no ha sucedido.       
Des del Hogar de donde procedo veo como en este amado planeta hay centenares, miles de llamas intensificándose, iluminando la Tierra. Seguro que desde las alturas del universo ven una brillantez que va a más, nítida, brillante, intensa que abraza cada rincón de su espacio.       
Aquello que se creó está dando resultados. Sigue su curso entre otras velas medio apagadas, donde la luz que les roda permite dar el calor y sentir la calidez del amor originario de nuestra esencia.      
Por momentos, mi llama supera el cuerpo que habita. La transparencia de mi ser permite vivir y adentrarme por los rincones más inhóspitos del camino en el cual me encuentro. Siento el flujo de esta llama en mi cabeza y en el centro de mi corazón. En todo momento parece velar por mí.        
La Luz atrae Luz. Es como si desde la punta de cada una de las llamas existentes se uniesen como un tejido invisible que estimula y empuja a crecer más todavía. Siento motivación y coraje para dar nuevos pasos hacia o que mi corazón me dicta.     
¡Como  brilla la mi vela! Siento la paz, armonía, sosiego, calma y amor dentro de mí, en cada rincón de mi condición humana. Siento la inmensidad de SER. La luz es clara, nítida e intensa. Sé que todavía su pureza irá a más, pudiendo brillar sin la necesidad del cuerpo que me sostiene. Muchos han dejado de alimentarse en la forma. Algún día yo también haré desaparecer el tronco de mi vela y sólo existirá la llama. De cuando en cuando, noto como ésta da pequeños empujes hacia arriba, desprendiéndose del tronco, intensificando su brillantez.         
Siento dentro de mí como cada vez tengo menos cuerpo y más irradiación de calidez, amor, ternura y sabiduría. Me deleito de estos instantes de ascensión en todo mi ser.   
Son momentos de sentir y plena libertad. Por momentos sólo soy llama en esta densidad, después de muchos años, donde toda brisa y tempestad es incapaz de apagar la vida de mi corazón y lo que he venido a hacer. Veo llover aparentes calamidades, miserias y supuestas adversidades. Yo continuo intacto, reafirmándome más para resguardar a todos aquellos atemorizados por lo que el planeta está viviendo. La fortaleza y el coraje de la esencia de mi Luz, tranquiliza la angustia de la ignorancia.
  Soy Luz radiante, brillante, cálida y comprensión para los que me rodean. Soy fuente luminosa en medio del camino de muchos viajeros de esta intencionalidad divina. Me siento agradecido y afortunado por ser consciente de este hecho. Soy Uno con todos. Soy parte de ellos, y ellos dan sentido a mi existencia.
Cuando una pieza de un rompecabezas encaja en su lugar, facilita que otros también lo puedan hacer, y el resultado podrá empezar a verse con todo su resplandor.     
Cuando una Luz está en el lugar adecuado permite que parte de la humanidad, aunque se encuentra al otro lado de nuestro amado mundo, pueda beneficiarse y abrir las puertas de su Despertar. Cuando la pieza está en su lugar, facilita que los demás puedan encontrar el suyo. Todo consiste en que uno mismo mantenga esta llama dejando que siga su curso, siendo uno mismo. La integridad y honestidad elevan la llama de nuestra ser hasta niveles inimaginables. Las oscuridades desaparecen, y el espíritu de la Voluntad Divina aparece en nosotros indicándonos el camino a seguir y cómo hacerlo.    
La llama no se apaga con el amor. La intensifica. Cuando dejamos que los miedos de la ignorancia nos acompañen a cada paso de nuestro proceso, la estamos reduciendo a niveles mínimos, según nuestras resistencias y miedos que tengamos. A veces, en momentos de oscuridad interior, la llama parece quedar a mínimos.    
Calma es lo que se necesita entonces. Serenidad y “no identificación con aquello que sucede”. Confianza que aquello que ahora no nos permite ver claro y nos inestabiliza sólo es la presencia de nuestros miedos. Sentémonos y convirtámonos en meros espectadores de estos miedos. Estos pasarán porque no tienen la fuerza de la constancia. Provienen de la oscuridad, y la luz que somos, hará que pierda el empoderamiento, a través de la calma, de unas respiraciones liberadoras procedentes de nuestra intencionalidad más amorosa. Cuando nos adentramos hacia la calma interior, los miedos huyen porque saben de su pseudo poder. Allá donde hay Luz, no hay oscuridad. Cuando nos tranquilizamos, abrimos las puertas del amor manifestado en nosotros y la sabiduría se presenta para hacernos dar cuenta del verdadero ser que somos.         
Mi llama ha hecho gran parte del camino solo. Durante mucho tiempo no he encontrado otras llamas que sintiesen lo que yo sentía, que vibrasen como yo vibraba. Ahora, después de las nuevas energías del cambio de milenio, voy conectando con otras llamas que también siguen el camino que decidí seguir desde el momento que mi llama se encendió en la forma.
Esta Luz hace que ya no busque. Ahora encuentro y obtengo. Hace que allá donde había rechazo, ahora haya tolerancia. Donde había seriosidad y un exceso de control, ahora sea delegación y alegría. Donde había distancia, se produjese acercamiento. Donde había rabia, ahora perdón.
Nuestra llama es fruto del Amor que somos. Para que los demás nos vean, hemos debido de venir en forma de vela encendida. Cuando alguien brilla más de los de su entorno, aparece la curiosidad y el acercamiento en el silencio, sin pregonar mucho que uno se siente bien al lado de esta llama diferente.
Todas las llamas de este mundo están elevando su luz, su intensidad y brillo.
Desde las altas esferas de la Luz nos ven como un gran pastel, celebrando sus habitantes el aniversario de una nueva vida, una nueva consciencia que permitirá vivir desde corazón y el Amor. las velas están encendidas, a punto del sopla divino y la gran celebración del nuevo ser en esta nueva tierra.      
Ahora mi llama se dirige a ti y te abraza a través del espacio-tiempo. Me uno a todos vosotros para que juntos podamos crear la mayor hoguera vista jamás en este espacio del firmamento de nombre Gaia.  
Que el Amor y la Paz de vuestra Luz, esclarezca vuestro camino y permita sentir la divinidad que sois.
Desde mi corazón, un cálido abrazo a todos

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