domingo, 26 de febrero de 2012

Las palabras de una abuela índia


Una vez una sabia anciana sioux se acercó donde se encontraban sus nietos jugando. Cuando los pequeños la vieron fueron directos a ella y, rodeándola, le dijeron:
- Abuela, háblanos de los hombres. Cuéntanos una historia de nuestros ancestros.
La abuela se sentó a la derecha de un tipi, a la vez que los demás se situaron en semicírculo ante ella. Todos callaron para poder escuchar la sabiduría de su “gran madre”.
Todos los ojos se fijaron en la profundidad de los de aquella mujer dispuesta a transmitir las historias que ella fue recibiendo y viviendo a lo largo de su vida. Finalmente, sus labios se separaron para iniciar el relato:

Cuando yo era pequeña, mis padres, que ahora se encuentran con el abuelo Sol y la abuela Luna, me llevaron al bosque. Cuando llegamos vi que habían otros niños y niñas con sus padres. Todos estaban sentados cerca del riachuelo que todos conocéis. Junto al Gran Árbol estaba el Gran Jefe “Ojo de Lince” esperándonos para hablarnos de la vida, de todos los hermanos.
Cuando ya estábamos todos se produjo un gran silencio de respeto para el venerable “Ojo de Lince”, jefe de vuestro pueblo. Entonces dijo: Os transmitiré aquello que los espíritus me han dicho. Se me apareció, entre ellos, mi abuela Osa Menor, quien se avanzó y me dijo:
- Para vivir en la tierra que os encontráis, vosotros y vuestros hijos debéis de seguir y vivir siguiendo los pasos que ahora te diré. Cuando lo hagáis, estaréis venerando a todo el Consejo Superior que velamos por vosotros, y abriréis el camino para vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos para que puedan ser para siempre, libres y sentir el mundo de los espíritus blancos de la Luz. El Creador así me ha hablado:

1.       Agradece las bendiciones de la tierra y el Cielo. Bendice los alimentos y agradece la presencia de tus hermanos porque ellos te llevarán a ti.
2.      Sed honestos con todo lo que hagáis. Cuando vengan tiempos de escasez, sed honestos. Nosotros, los que nos encontramos al otro lado del velo, os protegeremos.
3.      Amad a cada uno de vuestra familia y a la gran familia de la Tierra.
4.      Todos sois Uno. Cada ser que viva en la Madre Tierra es parte de vosotros. Cuando el corazón de alguien es herido, repercute a toda la humanidad.
5.      No juzguéis ni critiquéis a aquellos que son diferentes a vosotros, porque representan la parte de vosotros que os permitirá uniros a los demás y al Gran Espíritu.
6.      Cuando alguien quiera romper los lazos de unión con vuestro pueblo, pensad que tiene miedo a la oscuridad de la ignorancia.
7.      Cuando os encontréis perdidos, conectar con la Madre Naturaleza. Ella os indicará el camino a seguir para reencontraros con vuestra alma.
8.     No hay mayor regalo que podáis hacer, que entregar el Amor que hay en vosotros a quien lo necesite. Este Amor procede de las generaciones de todos los que en algún momento vivimos en un cuerpo.
9.      Cuando un hermano se enfurezca, no lo rechacéis, comprendedle desde el corazón para que vuelva a sentir la unión con vosotros.
10.  El Abuelo Sol me ha dicho, también, que respetéis vuestros cuerpos, porque ellos os llevarán a las victorias.
11.   Dedicad cada día, unos instantes para recordar quienes sois y de donde procedéis. Esto os hará fuertes. Vuestro espíritu se elevará como las llamas de una hoguera. .
12.  Y doce: Abrid vuestro corazón porque él os llevará hacia el camino de la sabiduría y el liderazgo. Un pueblo tiene que estar dirigido por el Corazón de su Jefe. Todos nuestros corazones están unidos, siendo Uno con el Gran Espíritu.
Así es y será.
Finalmente, yo, “Ojo de Lince” quiero recordaros a todos, niños, jóvenes y padres presentes, ahora y aquí, que no hay mayor honor y orgullo para vuestro pueblo que ver la hermandad y la valoración de cada uno con quienes os rodean. Así, nuestro pueblo será fuerte ante los momentos que la historia nos hará vivir.
En aquel momento se produjo un largo silencio, mientras “Ojo de Lince” se sentó junto al árbol y cerró los ojos ante el riachuelo.
Los demás nos levantamos en silencio, teniendo presente lo que acabábamos de oír.
- ¡Abuela! – dijo uno de sus nietos - Yo también he tenido sueños que me han hablado.
- ¿Y qué te han dicho, Yuca (nombre del pequeño)?
- Te vi, abuela, como una gran luz, y de repente te vi como un águila volando muy alto y sonriendo.
- Cada uno de nosotros, llegará el día que volará como el águila, más alto que las montañas y nuestras hermanas las nubes.
Aquella noche se fueron a dormir, y al día siguiente, la anciana india sioux dejó su cuerpo para que su espíritu volara como el águila y reposara junto al Consejo de los Espíritus Ancianos.

Amad desde el corazón.
Algún día, vosotros también elevaréis vuestra alma hacia lo más alto, donde las águilas reposan de su vuelo, junto a las estrellas del firmamento.

Mitakuye Oyasin

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