miércoles, 3 de agosto de 2011

La caracola

Nuestro universo interior se va extendiendo a distancias inimaginables cuando empezamos nuestro proceso consciente. A medida que vamos creciendo y despertando hacia el verdadero ser que somos, van apareciendo una serie de estados y actitudes, a la vez aceptadas y deseadas según se nos va mostrando. Son unas sensaciones que sabes que debes de hacer y seguir.

Tu corazón te habla alto y claro. Uno de estos estados es el de querer estar contigo, con una necesidad de encontrarte con la soledad, sin hablar, sin gente que te rodee, donde puedas sentir todo lo que sientes, y poner un poco de orden en todo lo que te está pasando y estás viviendo. Son momentos donde necesitas un tiempo para ti, para sentir lo que tu interior te hace florecer, así como una aparición de cosas de tu pasado más reciente, reflexionar sobre él, sobre lo que estás haciendo en estos momentos y poner luz para archivarlo como algo de lo que fue, pero que ahora ya no hay razón de ser. Quieres poner en orden tu vida y los momentos de tu presente actual. Es cuando sientes la necesidad de tranquilidad, calma y que nadie pueda llegar a molestarte, que no es así, pero sí la necesidad de estar solo/a. Cuando tu vida llega a puntos como estos, ha llegado la hora de entrar dentro de la caracola. Todos necesitamos alguna vez, hacer de caracol. Nos ayuda a poner en orden todo lo que estamos haciendo, o los pasos a hacer y cómo hacerlos. Ha llegado la hora de sentir el caracol en nosotros. Seremos el humano caracol durante un período de tiempo, según cada uno.

Nos encontramos en tiempos d0nde el mundo, las nuevas energías nos invitan a interiorizar y aposentar los nuevos pilares de lo que ha de ser nuestra vida. Ella va cambiando, y no hay nada que podamos hacer para frenarla. El ser humano se está transformando en un ser que abre las puertas de su interior, dando permiso para mostrar su divinidad. Las emociones cambian, los pensamientos y la actitud también. Todo él se va encaminando hacia un nuevo ser de luz y amor manifestados. Un ser radiante donde el corazón y el amor piden paso para llevar a término lo que han venido a hacer, su aportación de la Voluntad Divina.

Nos sentimos cada vez mejor. Estamos despertando nuestras capacidades espirituales. Sentimos el Hogar en nosotros. Todo está cambiando y esto hace que nos adentremos en nuestro interior, como los caracoles, cuando los tocan, en este caso, con las energías de alta vibración que hacen cambiar el planeta y la humanidad. Nos hemos de adaptar a ellas y dejar, que Dios en nosotros se manifieste.

Todo va bien. Todo está yendo bien. Lo sentimos firmemente en nuestra consciencia despierta, a pesar de todo, sentimos también la necesidad, a veces, de estar con nosotros y sentir nuestro interior, nuestra esencia y a nuestros hermanos de la Luz a nuestro lado, como nos abrazan y se comunican con nosotros. Necesitamos de la Familia espiritual, y más, en momentos como estos, donde todo se está recolocando en su lugar en nuestra vida y la de todos, para que todas se enlacen y se ayuden unos a otros.

Uno está abierto, tiene ganas de llegar a la gente, de abrirse, todo y así, siente como hay algo que le hace recogerse en él, en la calma y la compañía del silencio y la soledad. Son momentos de recarga energética y regeneración. Son momentos de dejar hacer y sentir, sí, sentir el amor, la paz y la serenidad en nuestro interior. Entonces es cuando interviene la importancia de ir dentro de la caracola, de ser caracol, para manifestarnos nuevamente, regenerados, más abiertos y más íntegros.

Es una especie de encierro no querido, a veces, porque por un lado quieres abrirte y hacer cosas, y por otro, tienes la necesidad de estar en paz, e incluso a veces, irte de donde te encuentras para empezar de nuevo. Todo es fruto de los cambios actuales. Es una manera de decirnos que ha llegado la hora del cambio y necesitas reflexionar sobre tu presente y darte cuenta que los pasos que estás haciendo son los adecuados para llegar a tu integridad, y liberar todo aquello de tu pasado que ahora ya no te sirve. Cambios. Cambios. Cambios hacia nuestra Divinidad.

El ser humano va evolucionando, y cuando más nos dejamos ir y seamos conscientes de lo que sentimos y nos dicen las señales de la vida y nuestro corazón, más aceptaremos los momentos como oportunidades para nuestra Ascensión.

Nuestra esencia espiritual está llamando con fuerza a nuestra puerta. Ha llegado la hora de darle el papel que le corresponde. Durante años, siglos, vidas, probablemente se ha escondido en algún rincón profundo de nuestro interior, debido a ser incomprendida y no aceptada en aquellos tiempos. Ahora estamos preparados para abrirle la puerta y dejarla manifestar en nuestra vida. Ha llegado la hora de mostrar al ser espiritual que somos y desarrollar los dones y capacidades que cada uno tiene según su naturaleza.

Todo lo que nos está pasando y en el planeta es fruto de hacerse paso la espiritualidad entre la dualidad. Esta va menguando por momentos. Está alejándose de nuestra dimensión debido a que la divinidad del ser humano está empezando a manifestarse de una manera acelerada. El Amor y la Luz se manifiestan en nuestro ser, en nuestro mundo.

Por lo tanto, no es de extrañar que a veces tengamos sensaciones de querer estar solos. Necesitamos conectar con el verdadero ser que somos y poder recordar cuál es el camino a seguir. No estamos enfadados con nadie, ni queremos dejar a los amigos o familiares, pero sí necesitamos un espacio donde esclarecer, en nuestros momentos actuales, donde se coloca cada uno y nosotros en relación a todos ellos.

Nuevas puertas se presentan ante nosotros. Durante muchos años las hemos estado esperando o soñando, y de repente, se presentan delante de nosotros…. ¡Y la alegría es inmensa! Sentimos diferente. Pensamos y actuamos diferente, entonces, ¿por qué no abrir nuevas puertas en nuestra vida si ya estamos preparados y dispuestos a hacerlo?

En nuestro día a día, estamos abiertos a todos, tenemos ganas de servir a la Creación, a la Voluntad Divina, a pesar de todo, sentimos la necesidad de resguardarnos en nuestra caracola, y por momentos, convertirnos en el ser caracol para recibir más información sobre nuestro caminar y la dirección a seguir a partir de ahora. Es como si nos telefoneasen y tuviéramos que desplazarnos al despacho para hablar con más tranquilidad. Cerramos la puerta y lo hacemos. Pues así es en momentos como éstos. Necesitamos hacer nuevos acuerdos con nosotros mismos. Necesitamos que “nadie nos interrumpa” porque necesitamos tomar decisiones importantes para nuestra vida a partir de ahora. Por eso necesitamos la caracola, para sentir quienes somos nosotros y continuar nuestro camino de integridad y conectar con el Dios que cada uno es. Estamos abiertos a la gente, pero necesitamos, debido que vivimos en una dualidad, reafirmar nuestra espiritualidad y así, poder ayudar mejor todavía, a todos aquellos que nos rodean, empezando por nosotros mismos.

Cuando estamos de servicio permanente de la Fuente Creadora de toda Vida, necesitamos alimentarnos de estos espacios íntimos, únicos, donde la Familia se reúne. El Hogar se reúne y compartimos el Amor existente en él. Con él, nos damos cuenta de qué hacer a partir de ahora y recuperamos el coraje, la fortaleza y la visión clara para continuar con lo que hemos venido a hacer.

No estamos enfadados con nadie, solo son momentos de receso para saber que estamos bien enraizados a nuestra espiritualidad.

En el fondo, es lo que somos, seres espirituales con una función divina en esta dimensión de densidad.

En momentos del Gran Cambio, necesitamos nuestro espacio para crecer rectos y poder dar frutos en abundancia cada vez que llegue nuestro momento.

Todo va bien y nuestro amor es inmenso. Incluso en los instantes de recogimiento, irradiamos nuestra estima y compasión con una fuerza inusual hacia todo el universo.

Escuchemos a nuestro corazón, que él nos dirá.



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