jueves, 6 de enero de 2011

Reflexión sobre mi proceso como sanador

Recuerdo que cuando me dedicaba a dar clases de baile “se me dijo” que “tocando a la gente, cogiéndolos les hacía un gran bien”, les ayudaba.
Recuerdo un hecho de aquella época que extraje algún dolor intenso en alguien que asistía a mis clases que no podía bailar, y rápidamente, después de poner mis manos en la parte dolorida, se levantó de la silla y continuó bailando como si nada hubiera pasado.
Sanación es devolver el equilibrio. Es retornar el equilibrio y el bienestar allí donde no había, haciendo uso, sólo, de la energía.
El ser humano tiene cuatro componentes que pueden ser equilibrados: la mente, las emociones, el alma y el cuerpo. Podríamos nombrar al alma y el espíritu, porque son dos “cosas” bien diferentes, pero todas pertenecen a la parte espiritual del ser, por lo tanto, podríamos decir: las emociones, la mente, la parte espiritual y el cuerpo.
Se puede producir una sanación espiritual, liberando del ser el gran peso de su pasado, y creándole una sensación de libertad y descarga inmensa en su interior. A menudo, la persona que ha experimentado una sanación de este tipo siente como si se le hubiera “extraído un gran peso de encima”. Siente como si “alguna cosa” que no le dejaba ser él se hubiera ido de su interior.
Ésta no es una sanación visual, sino, por decirlo de alguna manera, sensitiva i profunda. El paciente siente la diferencia entre antes y después de la sesión. No es visible, pero una sensación interior de sentirse libere y con ganas de querer hacer cosas, aparece en él. Recupera las fuerzas y los anhelos de poder llegar a hacer lo que quiere y se siente como si se le hubiesen cortado los lazos con algo “pesado” que iba arrastrando durante años o el tiempo de sentirse abatido hasta el presente.
También se puede producir una sanación emocional y los síntomas son parecidos al anterior. Uno se siente más fuerte y con una gran ligereza, con menos o más grado según la intensidad de las emociones reprimidas o bloqueadas. En estos casos se acostumbra a sentir una gran paz interior. ¡Por fin!
La sanación mental es la liberación de todo aquello que pertenece a nuestra mente: migrañas, molestias, cabeza cargada, tranquilidad mental, preocupaciones,… todos aquellos aspectos que nuestra mente es capaz de crear, haciéndonos sentir mal, y a menudo0, no sabiendo cómo hacer desaparecer estos síntomas.
Estas tres sanaciones son las más profundas de base, porque si se encuentran equilibradas, nuestro cuerpo no se resentirá. Todo y así, debido al mundo que vivimos, donde se necesita ver para creer, las sanaciones que dan más que hablar, son las sanaciones físicas, siendo comúnmente, “las más espectaculares”.
Todas son importantes, y todas permiten al ser humano empezar una nueva vida o una nueva etapa en su vida pudiendo ser él. Cuando nos liberamos de aquello que no nos permite ser como nosotros queríamos, es un volver a nuestro estado natural para llevar a término aquello que hemos venido a hacer y nuestra voluntad ser manifestada.
Hasta ahora, en mi vida, con el tiempo que llevo trabajando la energía, he ido viendo en mis sesiones, resultados de los cuatro pilares nombrados del ser humano.
Durante todos estos años, unos dieciocho, he ido trabajando sobre todo, el alma del ser humano. Mis manos han ido sintiendo cada vez más el flujo de la energía sanadora y de vida. Con el tiempo, mi cuerpo también ha ido recibiendo esta consciencia de ser canal de la manifestación de Dios en mí.
En este último año 2010, los resultados han sido más notables al ver y escuchar a mis pacientes como expresaban lo que sentían interiormente después de la sesión.
Siento la fuerza de mi corazón como me empuja a dar nuevos pasos en este sentido. En su momento me adentré en la imposición de manos, después en las primeras iniciaciones en Reiki, y seis años después, sentí la voz interior que me decía que debía de acabar la formación en Reiki. Así lo hice. Practicando y jugando con la energía, me di cuenta de cómo hacerla servir, no siguiendo los pasos establecidos según me enseñaron.
En los últimos años he ido abriendo nuevas puertas en este campo, hasta darme cuenta y experimentar momentos donde me convertía en un ser multidimensional, en el fondo siempre lo somos, pero nos quedamos enraizados y apegados a las limitaciones de las creencias adquiridas a lo largo de nuestra infancia y entorno que vivimos. Elevarte por encima de todo esto, te das cuenta que tú eres un ser superior, más allá de nuestra biología. Podemos viajar a través del tiempo y aprendes, a medida que vas siendo más tú, a hacer servir la energía para crear estabilidad y equilibrio según tu voluntad. Es la misma energía que nos permite conseguir aquello que queremos.
Transmutar nuestras vibraciones nos permitirá liberarnos de aquello que pertenece a la dimensión terrenal. Una vez transcendimos la densidad inicial, nos damos cuenta que somos seres inmensamente creativos y amorosos, abriendo las puertas del mundo espiritual y sentimos las energías del Hogar, del cual todos procedemos.
Con el tiempo y la experimentación autodidacta, me llevó a sentir y obtener unos resultados impresionantes en aquel momento conectando con entidades de otras dimensiones y darme cuenta de las almas que conviven en el mismo espacio que el nuestro pero no son visibles a nuestros ojos físicos. Sentir el mundo energético que ciertas personas llevan consigo mismas, tanto en su interior como rodeándolas, que incluso les hacen anular su voluntad, fue una gran puerta abierta a relacionar-me con ellas, unas entidades donde algunas, eran consideradas “muy peligrosas”. En un principio sí que me impresioné con algunas, pero con el tiempo supe que mi Luz y mi Amor eran superiores al ficticio poder que ellas podían llegar a tener.
La sanación es obtenida cuando la persona, animal o situación, fluye y se armoniza de tal manera que el Amor, la Paz y el Bienestar vuelven a aparecer.
Una sanación, en los tiempos que nos encontramos, se considera en los aspectos básicamente físicos, y es considerada cuando se produce un cambio no comprensivo, previsto por la ciencia y la medicina convencional (alopática), transformando algún aspecto del ser sin ninguna explicación racional. Cuando una sanación se produce a nivel interno o no visible se banaliza diciendo que puede ser un mal momento que ha pasado la persona y ahora ya está. No se profundiza en el por qué del malestar del ser. Como St. Tomás, el apóstol del maestro Jesús, que no se creyó que él era quien era. Había de verlo para creerlo. Así todavía, actúa nuestra humanidad, los estamentos que dan la conformidad de todo lo que sucede en nuestro mundo en el campo de la salud. Una sanación, un milagro, es fruto de nuestra parte espiritual, y no siempre puede darse una explicación a nivel médico.
El mundo va avanzando y la conciencia colectiva de nuestro planeta va a más, elevando sus vibraciones. Debido a este proceso, ciencia y espiritualidad se dirigen hacia un entendimiento. Cada vez hay más acercamiento en este sentido. Hay médicos que se abren a aquello que no entienden, no cerrando sus puertas. Cada vez se permite que, por ejemplo, el Reiki pueda entrar en algunos hospitales o clínicas y sea aceptado como “terapia alternativa”. Estamos destinados a entendernos.
A medida que he ido jugando con la energía y experimentando según sentía que lo debía de hacer, me di cuenta que esta energía amorosa, podía cambiar y transmutar la conciencia de nuestras células.
Lo que vivimos nos aporta una visión de la vida y, a raíz de varias vivencias, unes creencias al respecto. Todo lo que vivimos, como una carpeta en la cual va todo lo adquirido, sentido o vivido se incluye en nuestro subconsciente. La memoria nos recuerda cada vez que vivimos una situación parecida a la vivida, los resultados que conseguimos, con la activación emocional que esto nos aportó. No siempre lo vivido nos ha traído bienestar o felicidad, y por lo tanto, después de años de adquirir una manera de vivir, hemos ido integrando en nosotros una manera de vivir la vida, de sentirla y manifestando unas creencias que no siempre son las adecuadas. El baremo de la distorsión cada vez ha ido a más, y cuando más nos hayamos identificado con lo que nos han enseñado, más distorsionada es la visión de la realidad.
Esta consciencia (o no-consciencia) va a nuestros archivos celulares y genéticos. Cuando hemos regado durante muchos años, o incluso vidas, esta energía de malestar, nuestra vida se convierte en un creador de malestar porque todo nosotros (nuestras consciencias celulares) nos dan la orden de cómo actuar porque siempre lo hemos hecho así. Lo hacemos mecánicamente siguiendo unos patrones, que si los reflexionásemos, no serían queridos, pero nos sentimos empujados a actuar de una manera en concreto ante la vida y de vivirla.
Haciendo una limpieza (sanación) de nuestra consciencia celular, liberaremos una conducta no harmoniosa y negativa que nos permitirá ir viendo y sintiendo, con los días, una nueva actitud y visión de la existencia más tolerante y de aceptación.
¡Hay tantas maneras que podemos hacer servir la energía de los nuevos tiempos!
Esta energía, conocida como Crística, es la energía de Dios en nosotros que habita en cada uno y permite restablecer equilibrio allí donde no hay. El Amor pone las cosas en su lugar, según el Gran Plan Divino.
Siento que debo de dar nuevos pasos en el uso de la energía y en mi actitud ante ella. Mi ser aprende a hacerla servir y no hay nada que no pueda ser establecido según el Amor.
A veces me han llegado a preguntar: ¿y tú, cómo lo haces? Siempre respondo lo mismo:
"Es el Amor quien lo consigue.
No soy yo quien sana, es Dios."

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