miércoles, 9 de junio de 2010

La Gratitud: manifestación del reconocimiento


Durante años hemos estado viviendo en un estatus donde nuestras necesidades básicas, seguramente fueron cubiertas, e incluso parte de nuestros deseos. Hemos vivido en un entorno donde la mayoría tenía unos hábitos de vida, una actitud concreta ante la vida y, con el tiempo, nosotros hemos adquirido estas costumbres y nos las hemos hecho nuestras. Hemos tenido para nuestra supervivencia y hemos dado por “normal” el tenerlas porque la mayoría también lo tenía. Cuando nos hemos identificado con nuestro entorno, es cuando “normalizamos” nuestra vida y damos por “normal” aquello que tenemos y hacemos.
La mayoría de los seres humanos vivimos con unas “comodidades” (según su comunidad y país) que encontramos “normal” el tenerlas. Llega un momento que ya no nos damos cuenta de ellas, porque las utilizamos y vivimos en el día a día. Ahora bien, ¿ya das las gracias por tenerlas? ¿Sientes agradecimiento por todo lo que la vida te da? ¿Expresas tu gratitud por todas las bendiciones que la vida te ofrece?
Hace poco asistí a una conferencia donde la persona que la impartía hizo que los asistentes cogieran una hoja de papel y escribieran 100 cosas para dar las gracias. Debido a la actitud y expresión de algunos de los presentes, comentó lo siguiente: Si os fuerais tres meses a Haití, con todo lo que han vivido, y luego volvierais a aquí, seguro que encontraríais cien motivos para agradecer. El público asistente movió la cabeza en señal de confirmación de lo que decía.
No hay nada normal. Lo normal es mientras dura. Cuando nos acostumbramos a tener algo, lo encontramos normal, pero no hay nada que sea gratuito y que sea por que sí. No hay una normalidad, porque en cualquier momento puede ya no estar. Todo lo que tenemos y obtenemos son bendiciones de la vida que se nos concede para nuestro proceso evolutivo.
Ignorar todo lo que se nos ofrece, que es mucho, es no valorar la vida.
Dar las gracias es ser conscientes de lo que tenemos.
Dar las gracias es sentirte bendecido por todo lo que la vida te da.
Dar las gracias es ser conscientes de la protección divina.
Dar las gracias es una expresión de amor porque te sientes protegido, alimentado y guiado por la Fuente de toda Vida de la cual todos procedemos.
Agradecer es una manifestación desde el corazón que te acerca y une a los seres humanos. Es agradecer a Dios su bendición hacia ti.
Cuando damos las gracias, estamos abriendo nuestro corazón y mostrando nuestra humildad y satisfacción por todo lo que la vida nos da. Es un acto que reconforta tu espíritu y te une a los demás seres humanos y a tu familia espiritual de la Luz. Dar las gracias te hace mostrar tu aspecto más amoroso y compasivo hacia el ser humano.
Quizás vosotros también conozcáis a alguien como la situación que os voy a exponer. Una persona muy cercana a mi, siempre que alguien le da las gracias dice: “De gracias no se vive”. ¿Cómo alguien que se da cuenta de la bendición que se le ha dado a través de una persona y muestra su agradecimiento, abriendo su corazón, la otra persona la rechaza y no le acepta su gratitud y su amor hacia él?! ¡¡¡Claro que se vive de la gratitud!!!
Nuestra verdadera esencia es espíritu, no materia. La forma, con los años, desaparece, no así el espíritu.
Cuando damos las gracias por algo, nos hace sentir bien, agradecidos, bendecidos, amados por Dios, por la vida debido a lo que nos ha facilitado. Nuestra alma se reconforta y crea un estado de bienestar interior que ensalza nuestra alma y todo nuestro ser. Nos hace sentir amados y protegidos. ¿Creéis que alguien puede negar a un ser humano su estado divino negando su agradecimiento? Sólo alguien que vive negando el corazón y cerrando su mente puede negar uno de los regalos que la vida nos ha concedido: la gratitud. Aceptarla hacemos que aquel que la expresa se sienta en paz consigo mismo y pueda seguir su camino siendo amado y guiado. Nosotros no somos nadie para no aceptar una muestra amorosa de gratitud.
Nadie posee nada ni le pertenece. Todo se nos ha sido dado de más, y temporalmente. La duración depende de cada uno, pero nada nos pertenece, ni el dinero que tenemos, ni el coche, ni la casa, ni los hijos, ni la pareja. Nada es de nuestra propiedad. Todo nos lo ha sido dado para la evolución de nuestra alma, para nuestro aprendizaje espiritual. Creer que nos pertenece es vivir de espaldas a la realidad y no reconocer el verdadero significado de la vida y de todo lo que tenemos actualmente.
Cuanto más dormidos espiritualmente estemos, más ignoraremos la gratitud y, por lo tanto, menos la exteriorizaremos. Pensar que todo es normal, es negar la evidencia y vivir en un mundo irreal.
Somos parte de un universo y una humanidad. Cada uno de nosotros ha nacido o ha ido a vivir a una parte del planeta, pero esta estancia solo es temporal (el tiempo que sea) para la evolución de nuestro ser. No hay nada por que sí, y que sea normal. La normalidad es subjetiva, no objetiva, por lo tanto es parte de nuestro proceso espiritual manifestar la gratitud como agradecimiento de todo lo que la vida nos da.
Dar las gracias es un acto de amor, humildad, valorar la vida y de abrir el corazón a los demás. Es dejar que nuestra verdadera esencia reconozca la generosidad del universo hacia nosotros y por lo tanto nos hemos de sentir agradecidos y afortunados. Sí, incluso tú, que a lo mejor, desde tu visión racional de la vida puedas estar viviendo momentos de supuesta penuria o dramatismo. Todo aquello que no es positivo es una manifestación de nuestras resistencias al cambio y al aprendizaje. Abrámonos y aprendamos qué nos quiere transmitir estos momentos de mi vida. El contenido aleccionador de la situación te permitirá ver con claridad qué parte de ti no está permitiendo tu realización, tu evolución.
Normalmente, por la noche, antes de dormirme, doy gracias a Dios por todo lo vivido, por todo lo que he sentido y he obtenido. Quizás no hayamos adquirido nada a lo largo del día, quizás no ha sucedido nada en especial o no he sentido nada, ningún sentimiento en especial. Quizás el hecho de no percibir nada, nos lleva a una actitud ante la vida o una vivencia que nos hará evolucionar y dar nuevos pasos hacia nuestra integridad, nuestra divinidad. Que no nos demos cuenta no quiere decir que no hayan sucedido. Quizás hayamos estado dormidos durante el día y no nos hayamos percatado de lo que sentimos o experimentamos.
Abrir nuestra mente y nuestro corazón nos permitirá ser conscientes de las bendiciones de cada día.
Dar las gracias es una manifestación de reconocer el verdadero significado y valor de todo lo que tenemos y obtenemos. Es entender que la vida es generosa con nosotros y da a cada uno según su proceso de evolución espiritual.
Dar las gracias es abrir el corazón y reconocer las bendiciones que la vida te da a cada instante.
Antes de dormirte, piensa en el día que acabas de finalizar. Procura recordar algo bueno de aquel día. Siempre lo hay. Si no encuentras nada, seguro que has pasado por aquella jornada con la somnolencia de tu ser y tu corazón cerrado. Procura no dormirte hasta encontrar algo que en aquel día haya valido la pena vivirlo. Quizás es una sonrisa de un bebé que te ha alegrado verla, o la vista de un paisaje precioso, o el olor de la tierra mojada o de la flor del jazmín. Seguro que si buscas bien, en tu baúl del día encontrarás bendiciones que la vida te ha ofrecido. Con la práctica te darás cuenta lo cuanto eres mimado y amado por el universo, por Dios. Eres un ser afortunado, vivas donde vivas.
Da las gracias por todas las bendiciones recibidas.
Tu alma y tu ser se sentirán reconfortados y una sensación de paz, calma y bienestar aparecerán en ti.
Acepta todas las “gracias” que te ofrezcan porque ellos reconocen tu valúa ante la vida y te abren su corazón para ser uno contigo para el mayor bien del planeta Tierra y este grupo donde todos nos necesitamos denominado “humanidad”.
Gracias por existir, por ser. Gracias por todo, por todos y por mí.
Gracias.

Que el Amor y la Paz sean en todos vosotros.

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