miércoles, 30 de junio de 2010

Ha desaparecido el velo

La sensación que se tiene cuando se sienten las presencias de los seres que pertenecen a un mundo sutil de la luz rodeándonos, hace que se alejen todos los miedos y las dudas de si tu camino acabará bien. Todo se convierte en una sensación de paz, orden, armonía, amor, protección y el hecho de “sentirte en casa, con la familia”. No se duda cuando sentimos estas energías llenas de Luz y Amor con nosotros. Ellos están con nosotros, entre nosotros, y cuando nos abrimos a ellos, todo parece cambiar: nuestros pensamientos dejan de ser reiterativos, las preocupaciones desaparecen, los miedos se disipan y sabes, entonces, que pase lo que pase, nada deberás de temer porque lo que te sucederá será lo adecuado para llevarte hacia tu mayor bien. Por momentos te dejarás ir del todo y te librarás a la vida, a sus manos, porque juntos caminaréis hacia tu evolución. Es como si hubieses de travesar un abismo, y encontrándote donde la tierra queda cortada, ves el otro lado sabiendo que llegarás. Entonces, a pesar de no haber ningún puente ni pasarela que las una, ves como en el fondo, la tierra nunca ha dejado de existir, y justo por donde te encuentras aparecen unas losas que te llevan al otro lado.
Ha finalizado el tiempo de ser dos mundos separados, pero a la vez, conviviendo en el mismo espacio.
Actualmente, el velo que separaba la terrenalidad y la espiritualidad se ha fundido, mezclándose uno con el otro. El universo y el ser humano ahora son uno y la relación entre el firmamento y el ser encarnado una sola.
Somos parte del inmenso espacio que hay sobre nosotros cuando miramos hacia arriba, tanto de día como de noche. Años atrás, sólo unos cuantos podían entrar en contacto con los “habitantes” del otro lado del velo, pero el telón se ha alzado y todos formamos ahora, una misma compañía, representando una Voluntad Superior para el mayor bien del firmamento.
De todos los confines del cielo llegan, cada vez más, seres de energía sutil para relacionarse con nosotros, para hacer de nuestro planeta un lugar donde vivir y poder, todos juntos, hacer una nueva humanidad. Habitan entre nosotros y cada vez son más. Ha llegado la hora que el cielo y la tierra sean Uno. Legiones de ángeles, arcángeles y otros seres luminosos y llenos de amor al servicio de la Gran Voluntad Divina se encuentran entre nosotros para ayudar a elevar al ser humano que habita este mundo en el cual nos encontramos.
No estamos solos, y nunca lo hemos estado. Las energías de los nuevos tiempos abrazan las esencias de quienes existimos en esta encarnación. Ha llegado la hora de dar la mano a estos seres de energías más sutiles, procedentes todos ellos, de la misma Fuente Creadora de Vida.
¿Qué podemos hacer para sentirlos y aceptarlos en nuestras vidas? Sencillamente abrir el corazón y dejar que él nos hable, que ellos nos hablen. Cuando dejamos que nuestro interior se abra, apaciguaremos nuestra mente y nos dejaremos ir, y entonces sus presencias se manifestaran. No hay nada más amoroso con una gran sensación de plenitud y de “estar en casa”, que dejar que nos abracen. ¡Hay tanto amor en estos encuentros, en estas “uniones”!
Ahora todos pueden sentirlos y saber de ellos, sólo es necesario quererlo, silenciar nuestra mente y abrir nuestro corazón. En este estado de “dejadez” es cuando damos pie a poderlos sentir. Es desde este estado que podemos sentir el Amor del Hogar en nosotros. Somos seres espirituales, y cuando nos abrimos es cuando nuestra verdadera esencia se manifiesta. Es cuando “los hermanos se reencuentran”.
A medida que la Tierra va evolucionando y elevando sus energías, más se predispone todo para que aquel ser humano que quiere contactar con Casa y sentir la calidez de su verdadero Hogar, pueda hacerlo. Ya no sólo unos cuantos pueden contactar con nuestros hermanos de la Luz.
Tú también eres Luz y Amor, y por lo tanto, conectando con ellos, te permitirá sentir la sensación de protección, guía y estima de todos aquellos seres que están contigo y para ti para ayudarte en tu vida desde tu nacimiento. No estás solo.
Puedes comunicarte con Ellos y ser Uno con Ellos. No se necesita ser alguien especial para hacerlo. Recuerda: el velo se ha retirado. Ya no existe. Las vibraciones del planeta cada vez se acercan más a las de Ellos. Tú eres un ángel encarnado. Eres un ser divino dentro de un cuerpo, y esto, probablemente te confunda. Tú eres espíritu, como Ellos, no eres forma. Esta que ves cuando te miras en el espejo sólo es el reflejo de tu proceso de aprendizaje, de evolución. Lo que hay dentro de la materia es lo que predomina y cuenta para poder “visitar el Hogar de donde procedes y a tus hermanos de la Luz”. Todos lo pueden hacer. Todos pueden conseguirlos. Sólo es necesario que por un momento no te identifiques con la forma y sientas al verdadero ser que hay en ti.
¡Hay tanto Amor para ti desde el Hogar!
Aprende a abrir tu corazón y deja que este te lleve. No importa la ocupación que tengas en esta encarnación, solo se necesita que busques unos momentos de serenidad y querer que quienes están contigo desde el nacimiento puedan “darte una mano en tu vida” y recibir las energías amorosas que te transmiten. ¡Háblales y diles que te abracen! Quédate un rato quieto, en silencio, y siente. Éste puede ser un buen principio. Con el tiempo escucha a tu corazón, para que a través de él se comuniquen.
Una nueva vida y un nuevo ser humano están apareciendo en el planeta. Muchos de ellos están viviendo su resurrección y tú eres uno de ellos. Durante un rato cada día, regálate una visita con tus “guías angelicales”. ¡Quieren transmitirte tantas cosas! Escúchalos porque ha llegado la hora que tu vida dé un vuelco para mostrar al verdadero ser que hay en ti y está llamando a la puerta para manifestarse.
Tu ser, un ángel encarnado, vuelve a casa después de muchas vidas. El Padre te acogerá y una gran fiesta se hará en tu honor por tu despertar.
Una nueva vida iniciarás y tu cuerpo y tu espíritu reposarán en la inmensidad de la placidez amorosa, armoniosa y serena de saber que en todo momento te encuentras en “Casa”.

Que el Amor y la Paz sean en ti, hermano/a de la Luz.

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