viernes, 19 de marzo de 2010

Reflexión sobre los recien nacidos


Hace pocos días, un hermano mío y su pareja tuvieron un niño. La alegría de él era inmensa. Días antes ya quiso que naciera por la ilusión que le hacía. Había pasado el tiempo previsto y los médicos les dieron una semana más de máximo, sino le provocarían el parto. No fue necesario porqué tres días después nació Pol, que es su nombre. Nuestra familia aumentó en un miembro más. Una nueva alma renovada vino a este mundo para aportar sus energías en estos momentos tan esperados para el ser humano como es la transformación y el despertar de las conciencias. Todos nos alegramos de este recién nacido en nuestra familia.
Todo y así, mi papal en este hecho fue el de observador y acompañante en este paso tan importante de mi hermano, y sobre todo de ella que era su primer hijo, no así el de mi hermano, que era el segundo.
Sinceramente, vi el cuerpo donde se encontraba ubicada esta alma que nos ayudará a todos en nuestro proceso, y sobre todo a quienes serán sus padres. Sentía hablar que si se parecía a ella, a la madre; que ahora son tan majos pero que cuando crezcan nos traerán tantos problemas; que son feos, pero mira a tal persona lo bonita que se ha hecho al crecer; que tu vida ya no será lo mismo y se te ha acabo la buena vida; que….. la mayoría eran comentarios y aspectos basados en la forma y en el sufrimiento ante la vida y que un hijo es un problema donde se te ha acabado la libertad a partir de ahora. Desgraciadamente estos son los comentarios más habituales, y otros parecidos, donde se trata al nuevo recién nacido como un ser que limitará la vida de quienes le han engendrado y un problema para los de su entorno, la sociedad. Esta es la sensación que da cuando vas a un encuentro de estas características. No quiero decir que todos sean igual y que todos los miembros de la familia piensen igual, pero, los que más hablan i se hacen notar, acostumbran a ver la vida desde la visión humana.
A menudo se ignora y se deja de celebrar la bienvenida de un se especial que nos aportará a todos, un amor puro, y un bienestar a nuestras vidas. Por un lado, tengo que decir que me sabe mal que ya se limite a una alma pura cuando se muestra dentro de un cuerpo por primera vez en la vida actual. Se le ignora su divinidad y su potencial espiritual, su pureza y su capacidad de ascensión y de ayudar al mundo y a la humanidad con su presencia, con sus energías de alta vibración para el mayor bien del planeta. Dios acaba de manifestarse al mundo, nuevamente, y lo único que se ve es la forma y las limitaciones de esta forma, recordando quienes la rodean, sus experiencias vividas desde la dualidad, la forma.
No se puede infravalorar tanto a un ser lleno de Luz y Amor. Parece que solo se vea el sufrimiento y los problemas que podrá llegar a traer, solo porque sus padres y el ambiente donde se mueven siguen unos patrones basados en la escasez, el sufrimiento, el dolor y la falta de autoestima, cuando el recién llegado es un ser lleno de estima para sus padres y para todos aquellos que le rodeen si li permiten manifestarse tal como es i será.
Ver a Pol, que es como se llama, despierta el sentimiento de ternura, dulzura y amor. Hace que las expresiones muestren una sonrisa de alegría y gozo, pero no por la esencia del hecho, sino por la novedad de sentirse importante y/o traer un nuevo hijo al mundo para expandir el nombre de la familia.
Sí, siento cierta “pena” ver como no hay una celebración por la nueva divinidad que ha querido venir entre nosotros para mostrarnos el camino a seguir, la dirección del amor y la integridad, y ayudar a todos aquellos que se li acerquen. Es curioso como pasado unos días, esta euforia aparecida en el momento del nacimiento desaparece en su intensidad, y se entra en la rutina del cuidar del recién nacido. Como en otras situaciones familiares ya vividas, entonces es cuando empezarán a vivir al ritmo del bebé y pensar que es un pesado porque llora mucho o que nos despierta porque tiene hambre, o… ¿Por qué no somos concientes del aprendizaje que estas situaciones nos aportan en vez de tomárnoslo como un tiempo de no dormir, estar cansados, etc.….? No digo que esto no suceda, pero sería bueno que abriésemos nuestras conciencias y nuestro corazón y entonces nos daremos cuenta del verdadero sentido del nacimiento y el cuidar de una nueva alma en proceso de ascensión como nosotros, pero más evolucionada que cuando nosotros nacimos.
La vida te cambia, pero hacia bien, hacia una mayor satisfacción interior si no vemos a nuestros hijos como un problema, una carga que nos hace sufrir y no hay nada que hacer porque todos los hijos nos traen problemas.
Pensar así no es darnos cuenta del verdadero regalo que la vida nos ha dado. Un hijo es un regalo del cielo, maravilloso e inolvidable. Es una de las cosas que más te llenan. Hay mucho que cambiar en la visión de los aspectos de la vida que iluminan nuestra existencia.
Felicito a mi hermano y a su pareja por este nuevo recién nacido, pero no hemos de olvidar que es un ser divino, no terrenal e indefenso. Su pureza y su amor incondicional deben de ser los pilares de nuestra vida sin querer imponer nuestras creencias limitadoras vividas a lo largo de los tiempos.
En nuestra familia hay alegría y gozo por el acontecimiento, y yo también me alegro, sabedor que una nueva Luz ha entrado en nuestro sí familiar.
¡Bienvenido Pol!
Gracias por estar entre nosotros.

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