miércoles, 29 de julio de 2009

El ego espiritual


Una de las fuerzas más dominantes y anuladoras del ser humano es el ego.
Esta sensación que sale de tu interior y no te deja balancear con las circunstancias de tu entorno, aunque éstas sean mejores que las que tú tengas establecidas,… es el ego.
El encierro y apego a tus ideas y creencias preestablecidas que no te permite fluir, pensando que lo que tienes o piensas es lo mejor, queriendo defender tu postura ante cualquier otra oportunidad que la vida te dé, que puede hacerte avanzar por el camino del amor y cada vez más de una manera más pura e incondicional… eso es el ego.
El ego tiene que ver con el pasado de la persona. El ego es limitador y te hace cerrar estando atento que nadie te quiera desestabilizar. El ego nace de la mente, de los miedos que te han abierto las puertas de la inseguridad, y ahora, ya adulto, hace que te apegues a una postura para hacer ver que tú sí que sabes, en contra de cualquier demostración que así no es.
Para llegar a la iluminación hemos de dejar el ego a un lado, porque el mayor alejamiento hacia nuestra ascensión, es el ego espiritual. A raíz de él llega el dominio sobre los demás y el hacer que los demás hagan aquello que tú quieres porque piensas que tienes la razón, cuando esta razón solo son las maquinaciones que tu mente te hace sentir y decir, debido a tu pasado. El ego espiritual fue uno de los motivos por el cual las civilizaciones de la Atlántida y Lemuria desaparecieron.
El ego separa, no une.
El ego selecciona, no acepta.
El ego te hace creer que eres superior, tener la verdad ante todos y que tú eres más que los demás (y todo esto a nivel subconsciente y subliminal, no siendo consciente la mayoría de las veces). Sólo una abertura completa del corazón y una entrega absoluta a Dios-en-ti podrás discernir lo que es y lo que no es, perteneciéndote solo a ti según tu historial de vida.
El ego pone distancia y te hace creer importante, creyendo que tú sí que eres importante y estás aquí para salvar el mundo.
El ego te hace creer que eres un elegido/a, cuando todos lo somos, aunque solo unos cuantos hayan respondido a la llamada del servicio al Padre para cumplir su Voluntad.
Jesucristo també tuvo sus momentos de frenar su ego porque se daba cuenta de su potencial en relación a los hombres. Él se dio cuenta de la fuerte presencia de este impulso de dominio y lo frenó. Venció su afán de protagonismo y se puso al servicio de quien lo creó para que se cumpliera su Voluntad. Él se dio cuenta de quien era y puso todo su ser y su alma a las manos de Dios porque Él lo guiase y se manifestase a través de él, y no él hacerse ver por su afán de hacer ver a la gente que él sí que podía, sabía y controlaba el mundo. Puso su poder a las manos de su divinidad, liberando todo posible residuo del ego que podía llegar a tener para dar paso a una nueva actitud ante la vida llena de amor puro e incondicional (con todo lo que esto conlleva), sencillez, y sobre todo, … humildad. Sí, lo contrario del ego es la humildad desde el amor. No una falsa modestia para continuar aparentando y hacer crecer todavía más su ego.
Jesús supo aceptar, callar cuando se requería, fluir y no aferrarse a ninguna idea establecida porque el Padre y quienes le acompañaban del mundo de la Luz ya le irían indicando lo que hacer a cada instante.
Hemos de aprender a saber cuando nos estamos apegando por nuestros miedos subliminales a alguna cosa o situación a la vida, no teniendo miedo a dejarnos ir y pensar que a lo mejor, otro puede tener la razón y no yo, o lo que se dice de mi, quizás haya algo de verdad, o incluso, que aquello que me hace inquietar o me incomoda es porque hay algo dentro de mí que se siente reflejado con lo que vivo o siento de mi entorno.
Cuando se te remueve algo de tu interior, no lo descartes, acéptalo y aprende. El ego, entonces, empezará a debilitarse. Con el tiempo serás tú sin interferencias de tu pasado.
Recuerda: cuando se te remueva algo de tu interior, no lo descartes, acéptalo y aprende.

1 comentario:

Jose dijo...

Que buen artículo, me ha hecho reflexionar sobre mi mismo, y como el conocimiento puro puede terminar enjaulandote en tu ego... Abrir el corazón a cada instante a cada ser que comparte contigo puede ser la clave para con humildad relacionarte dejando al ego a un lado.