jueves, 16 de octubre de 2008

Responsables de nuestra vida

Tiempo atrás oí a dos personas hablar donde una de ellas decía:
- Cada uno es responsable de su vida, por lo tanto, lo que le pueda pasar, ella lo ha querido.
- Así, si alguien se cae al suelo, ¿tú no le ayudarías a levantarse? – le preguntó alguien que escuchaba.
- Ella es responsable de lo que le pasa – le comentó nuevamente.

Muchas veces malinterpretamos las palabras que oímos y las llevamos a nuestro raciocinio, según la visión que tenemos de la vida. Esta conversación es un ejemplo claro de una mala interpretación de lo que debería de ser. Cuando se dice que uno es responsable de su vida no se refiere a “pasar de los demás” y dejar que el dolor se manifieste a nuestro entorno y nuestra vida.
Es cierto que cada uno es responsable de su vida. Somos seres espirituales, y como seres con una alma, esta necesita experimentar para continuar evolucionando, uno de los motivos de nuestra existencia. Como seres espirituales que somos al nacer, nuestro ADN ya contiene aquello, la información para lo cual hemos venido a este mundo. Por lo tanto, cuando nos encarnamos, nuestra alma ya sabe la dirección que necesita seguir para llevar a término para lo que ha venido ha hacer. Por eso somos responsables de nuestras vidas, porque de alguna manera, aunque no concientes, sabemos que hemos de vivir un tipo concreto de vivencias y situaciones que nos permitirán ser más nosotros mismos.
Esta responsabilidad está relacionada con la capacidad de amar. En el diálogo del principio, la persona que decía que no ayudaría a alguien a levantarse, estaba olvidando su capacidad de amar. Cuando interpretamos según qué palabras desde la mente, nos podemos convertir en un tirano, un ser frío y distante. ¿ ayuda esto a evolucionar nuestra alma recibiendo el amor que necesita? Por supuesto que no. Cada uno es responsable de su vida. Si lo entendiéramos desde el corazón, nos daríamos cuenta que es todo lo contrario de la argumentación de la persona que dijo esta expresión en la conversación inicial.
No nos podemos alejar de las relaciones con los demás. No podemos cerrar nuestro corazón y decir que “los demás ya se apañarán”. No es esto el sentido de la responsabilidad. Responsabilizarnos representa ser concientes de lo que nos pasa y de cómo todo lo que nos sucede es fruto, la mayoría de las veces, de decisiones tomadas anteriormente. Esto no quiere decir que si alguien se corta con un cuchillo tú no intervengas, como puede ser en un hijo o una hija, y tú no le cures.
Escucha tu corazón y sabrás qué hacer en todo momento. No podemos ser indiferentes a lo que sucede a nuestro alrededor. ¿Dónde está nuestra bondad? ¿Qué te dice tu corazón? Hemos de saber interpretar las palabras procedentes de la espiritualidad desde el corazón, no desde la mente.
La responsabilidad tiene que ver con el amor, el corazón, no con la mente, el ego.

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